Desde diciembre de 2013, cuando —ya expirado su plazo de concesión— cerró definitivamente el bar del parador de plaza Sarmiento, la miniestación de colectivos interurbanos fue mostrando una postal cada vez más decadente. Atrás de las rejas del parador, hoy vacío, se siguen viendo los carteles de promoción de choripán y gaseosa, aunque los precios irrisorios delatan el tiempo que llevan allí inútilmente. Lo único preservado es la limpieza de los también muy vetustos baños públicos que personal contratado por una cooperativa acondiciona celosamente varias veces al día. La explicación al abandono ya naturalizado por una enorme cantidad de pasajeros del área metropolitana es, según autoridades municipales, que está en pleno curso la progresiva eliminación de las paradas para los micros de media distancia, los que antes de mitad de año habrán cambiado todas sus puntas de línea. El destino del resto de las instalaciones dependerá de si esos plazos se cumplen.
En rigor, ante la consulta de LaCapital el secretario de Planeamiento municipal, Pablo Barese, admitió no tener muy claro “por qué se demoró tanto ese proceso” de reemplazo de las paradas, acordado después de que en agosto del 2013 quedara desierto el último llamado a licitación del bar.
De hecho, en enero de ese mismo año el funcionario ya había anunciado que la plaza delimitada por Corrientes, San Luis, Entre Ríos y San Juan sería objeto de una remodelación integral, en la que se eliminaría las dársenas para los colectivos interurbanos y luego se reconstruirían las instalaciones de baños y bar, local que quedaría mirando hacia el interior de la plaza y no hacia San Luis como ocurre hoy.
Pero el tiempo pasó y hasta ahora lo único que ya se modificó fue la punta de línea de dos colectivos de media distancia: uno que va a Andino, cuya parada final hoy está frente a la Ciudad universitaria, y un expreso a Puerto San Martín, que culmina su recorrido en San Martín y 27 de Febrero.
El resto —de distintas empresas y con destinos como Funes, Roldán, Carcarañá, Bella Vista, Puerto San Martín y Serodino, entre otros— sigue teniendo todavía su parada final en la plaza, aunque “antes de mitad de año”, estimó la subsecretaria de la Agencia de Movilidad y Seguridad Vial, también directora del Ente de la Movilidad de Rosario, Mónica Alvarado, todas esas puntas de líneas ya habrán sido “reubicadas”.
Para tranquilidad de los usuarios, la funcionaria se encargó de dejar en claro que “todas esas líneas continuarán pasando por alguno de los bordes de plaza Sarmiento “para garantizar la posibilidad de transferencia de los pasajeros del área metropolitana a las líneas urbanas”.
De todos modos, el plazo para que el lugar en su conjunto muestre otra cara será un poco más largo. Siempre según Barese, “antes de fin de año” la plaza sufrirá una “renovación integral”.
“Una vez eliminadas las dársenas, se va a recuperar espacio verde y a adecuar el área de concesión”, adelantó.
La idea, esta vez, es desmantelar las actuales instalaciones y reemplazarlas por un bar-minimarket “de menor escala e impacto”, independiente de su actual función como parador para el transporte público, y nuevos baños públicos.
El llamado a licitación y las obras correspondientes “para esa nueva demanda, común a la de cualquier otro espacio público”, podrían llevar el proyecto hasta fin de año (ver recuadro).
“Estamos pensando en un espacio más reducido, no encadenado a la cuestión del transporte, con una función entre bar y minimarket”, arriesgó. Los baños también serán renovados, adelantó.
Otra postal. Lo cierto es que hasta hoy el panorama de la plaza dista de ser el mejor. Con mucho tránsito y altísimos niveles de rotación, durante todo el día se ven pasajeros esperando subir a un colectivo de media distancia sin más servicio que unos baños deteriorados EM_DASHpero al menos abiertos y ahora limpios, gracias al personal de la cooperativa 12 de Octubre, que los lava varias veces al díaEM_DASH, un puesto de venta de tarjetas, un quiosco de revistas y dos carritos de praliné.
Gracias a que el bar cerró hace un año y cuatro meses, no se puede comprar una botella de agua ni un paquete de galletitas. Y los carteles de las dársenas dan lástima. Como suele suceder, la gente ya ni se queja. Los choferes, en cambio, sí.
“Nosotros mismos no podemos tomar ni un café en los minutos que nos quedan entre servicio y servicio”, se quejaron, para reconocer que “al menos se reabrieron los baños”. El resto de la plaza, una de las más transitadas de la ciudad porque por ella pasa buena parte del transporte público, también muestra importantes signos de degradación. Por ejemplo la fuente donde supieron estar los patos, hoy semivacía, con sectores de agua estancada y bastante basura en su interior. La anunciada puesta en valor debería incluirla.