Aprender inglés gratis y en un bar cerca de casa

“Two beers, please”. Tres palabras conforman seguramente la primera expresión en inglés, después del ‘Good morning’, que mejor simboliza el ansia por llevar a la práctica los balbuceos en la lengua de Shakespeare. Quizás por eso, media docena de locales de ocio de Bilbao y alrededores se han lanzado a la aventura de enseñar inglés de una manera diferente, sin libros de texto ni exámenes, solo entre amigos y en un ambiente distendido.

Desde hace ya años, saber idiomas y especialmente inglés constituye un requisito fundamental a la hora de buscar trabajo o simplemente para poder comunicarse en un viaje al extranjero. Y es esa necesidad de aprender inglés, si puede ser por poco dinero mejor, la que hace que estos bares de intercambio de idiomas se llenen semana tras semana. Claro que uno de los atractivos más poderosos de estos “englishcafe” –además de liderar un formato opuesto al famoso “relaxing coffe”- radica en que las tertulias sirven para descubrir otras culturas y hacer nuevas amistades. “Conoces gente y quitas el miedo, porque no es como en clase, que tienes que estar pendiente de no cometer errores”, cuenta Beatriz Roja, ‘alumna’ habitual del bar The Dubliners, junto a la plaza Moyua.

Martes, de vino y manta

El primer martes de cada mes la acogedora y tranquila terraza del bar Pianamul (Plaza de las Escuelas, 3) de Las Arenas se convierte en un improvisado café londinense. Además de disponer de mantas y calefacción para combatir el frío, las alrededor de doce personas de todas las edades que acuden a esta cita mensual en inglés disfrutan de un vino ‘afterwork’ y de las ambiciosas clases de Matt, profesor de la academia ‘Mc Grogans School of English’ de Algorta. Se trata de un encuentro cultural en el que los asistentes traen preparado de su domicilio el tema en torno al cual girará la tertulia. De ocho a diez de la noche abordan en grupo cuestiones como La Gran Depresión del 29, la mítica Ruta 66 de Estados Unidos o el argumento de la película ‘El gran Gatsby’. “Nos traemos la chuleta de casa y no dejamos que nadie nos copie. Hacemos muchas risas”, cuenta Ana García Roiz, propietaria del bar junto a su hermana Pilar. Quién les iba a decir hace dos años, cuando surgió la idea, que terminaría convirtiéndose en todo un éxito. “Viene gente desde el centro de Bilbao, desde Deusto, Leioa…”. Acaban de ampliar su oferta y han comenzado a dar clases de italiano para principiantes el tercer miércoles de cada mes.

Miércoles, multicultural

Si las mesas del bar Sorginak (Iturribide, 51) hablasen podrían alardear de ser políglotas. Franceses, ingleses, alemanes, italianos… se congregan en torno a ellas cada miércoles a las siete y media de la tarde, desde hace un par de meses, para entablar conversación con universitarios locales. Esta original iniciativa, denominada ‘tándem de idiomas’, surge de la mayor asociación interdisciplinaria de estudiantes de Europa (AEGEE), que ha visto en ella una “manera informal pero muy útil de mejorar las habilidades con los idiomas de los universitarios”. Estudiantes locales y de intercambio emplean la mitad del tiempo, hasta las 21.30 horas, en enseñar su propia lengua y la otra mitad, en aprender otra nueva. Desde la asociación, solicitan a los asistentes rellenar un formulario previo a través de su página web (www.aegeebilbao.org) para poder dividir las mesas por idiomas (inglés/castellano, alemán/castellano…). ¿Otro requisito? “Traer ganas de hablar y aprender”. “Hay miércoles que se llegan a juntar hasta 50 personas”, cuenta Aitor Atanes, propietario del local. “Es un día que se hace caja pero lo importante es el buen ambiente que se genera porque que se portan genial”.

Jueves, de bingo y música

En el bar The Dubliners (Plaza de Don Federico Moyúa, 6) presumen de ser los pioneros en impulsar “una nueva filosofía de bar” en Bilbao. Desde que hace 17 años se les ocurriese incentivar el intercambio de inglés de manera gratuita. “Me han llegado a llamar preguntando si doy clases de idiomas”, reconoce Roberto Herrera, su propietario. Las cervezas pintas son las protagonistas de una iniciativa que ha crecido como la espuma. “Cuando empezamos solo venían cinco personas de nivel advanced pero ahora hay jueves que nos juntamos hasta cuarenta y cinco de todos los niveles y edades”, explica el profesor de la Cámara de Comercio, Jason Worsnop, que aunque le dan “dos cervezas gratis”, reconoce que lo de dar clase junto a la barra del bar es “por amor al arte”. Solo así se explica que sus veladas sean tan divertidas. Una actuación musical y un bingo al estilo anglosajón en el que se sortean premios como nickys, vasos, gorras y hasta una cena, son algunas de las actividades quincenales que organiza. La ‘reunión’ es todo los jueves de ocho a diez de la noche aunque “la mayoría de las veces se prolonga hasta las doce de la noche, como mínimo”.

En torno a quince personas de entre 17 y 55 años se acercan cada jueves, desde hace año y medio, al bar Molly Malone (Particular de Estraunza, 8) para practicar conversación. El ambiente relajado y algún que otro trago ayudan a desinhibirse hasta al más tímido. “A medida que empiezas a conocer a la gente te vas soltando. Lo principal es dejar el miedo fuera”, explica Ricardo Arce, que acude puntual a su cita con James Line, el profesor nativo que les corrige. Aunque para Eneko Sánchez, otro de los asistentes, el éxito de la convocatoria reside en que se corrigen entre todos: “Quien menos sabe, más aprende”. Las conversaciones comienzan a las ocho de la tarde pero es raro el día en el que no se prolongan hasta las once de la noche. “Al principio me ha costado soltarme pero está muy bien, voy a repetir”, reconoce Joana Gorobet, que es la primera vez que asiste.

Viernes, religioso

Después de un parón por exámenes, el Gran Café Campa de los Ingleses (Alameda Mazarredo, 79) ha vuelto a reunir a una quincena de universitarios con ganas de retomar sus clases de inglés. Divididos en tres niveles (básico, intermedio y avanzado), cinco profesores nativos y voluntarios de la organización religiosa Grupos Bíblicos Universitarios les imparten una tertulia que presume de completa y variada. Primero, se reparten en pequeños grupos para practicar conversación y conocerse mejor a través de juegos. Después, inician el coloquio. Charlan abiertamente sobre temas como el divorcio o la homosexualidad para, finalmente, conocer cuál es el punto de vista del cristianismo sobre cuestiones como éstas. “De un año a esta parte hemos notado que la gente muestra mayor interés por aprender inglés”, celebra Lina Andrade, responsable en el País Vasco de GBU. Están abiertos a que “todo el que quiera, sea de la religión que sea” se acerque a sus quedadas quincenales. Se celebran dos viernes al mes y comienzan a las nueve de la noche.

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