Fue a finales de la década del 50 cuando los hermanos de origen italiano Juan y Simón Canata abrieron la primera sucursal del Bar Nacional en el Paseo Huérfanos. Su carta, que incluye tragos chilenos como el “pichuncho” -elaborado con pisco, vermouth y una cascarita de limón-, además de platos criollos, como el crudo o el arrollado, han sido la delicia de oficinistas, abogados, actores y políticos que han repletado el lugar por décadas.
“La gracia de este lugar es que es democrático, aquí vienen desde los juniors hasta el gerente general de la empresa, a comer desde $ 3.000. No hay menú, pero hay más de 60 opciones para elegir”, cuenta Martino Canata, gerente general del Bar Nacional.
El éxito llevó a que la familia creara dos sucursales más en el centro (ver recuadro). Pero ahora fijaron su horizonte en otro lugar de Santiago: a finales de enero abrirá la primera sucursal del Bar Nacional en el sector oriente, específicamente en Av. El Bosque Norte 40, a pasos de Av. Apoquindo. “No dejamos el centro, nos diversificamos. Abrimos en Las Condes porque el público lo pide. Hay varias oficinas del centro que se han trasladado al barrio alto y nos echan de menos”, agrega Canata.
El punto diferenciador de este local con los anteriores es que no tendrá barra, sólo mesas. Se mantiene la misma carta, los mismos precios y, por sobre todo, la rapidez en el servicio. “Puede que los platos no salgan tan bonitos, tan producidos, pero salen rápido y ricos”, cuenta el gerente general del Bar Nacional.
LA APUESTA DE LOS CLASICOS
El Bar Nacional no ha sido el único que apuesta por variar su clientela a través de una nueva sucursal en el sector oriente de Santiago. En 2003, la sandwichería Dominó, que abrió su primer local en 1952 en Agustinas, se arriesgó con otro en Av. Apoquindo.“A fines de los 90, el polo comercial del centro comenzó a ampliarse hacia el barrio alto, fueron los clientes quienes nos instaron a ampliarnos y ha dado resultado”, explica Rodrigo Acevedo, gerente de Operaciones de Dominó.
La presión de la clientela fue la que instó, en 2010, a la Confitería Torres, anclada en la Alameda 1570 desde 1879, a abrir un nuevo local en Isidora Goyenechea 2962. “Nos hemos consolidado apostando por conservar el buen servicio y los mismos precios que tenemos en el centro”, señala Claudio Soto, dueño del restaurante.