Bar Refaeli (Hod HaSharon, Israel, 1985) es altísima, tiene un cuerpo serpenteante, una sonrisa que chispea y una simpatía contagiosa. Uno habla con ella (con Yo Dona estuvo casi una hora) y le entran ganas de invitarla a tomar algo para seguir la charla en un ambiente menos encorsetado. Se ríe y responde con burla cuando se le inquiere por su imagen, alejada de la clásica modelo de pasarela, flaca y huesuda. Y encima no esquiva preguntas.
No sé por qué dices eso, ¡no lo veo así! Es femenino tanto en la forma como en el fondo. La mayoría de modelos son mujeres y encima ganan más que los hombres. No es machista ni hay discriminación. Además, no me gusta mirar el mundo con ojos negativos, prefiero vivir de manera positiva y destacar otras cosas: su creatividad, la belleza que aporta, la felicidad que proporciona, eso es lo importante de la moda.
Hace poco se habló de usted por las quejas que surgieron en Israel porque aparecía en un anuncio en la cama con un muñeco…
Mi país es bonito pero muy difícil. Hay sectores conservadores, ultrarreligiosos, que no tienen sentido del humor. El anuncio era muy divertido y sin malicia alguna. El problema es la gente, no la campaña. Pero si miramos el lado positivo, veremos que tuvo una repercusión que jamás se hubieran imaginado.
Provocativa, una imagen que ofrece sin cortapisas en las redes. ¿No le asusta tanta exposición?
Las sé utilizar muy bien como famosa, no como persona. Me han servido para frenar a los paparazzi, controlar mi imagen y lo que se dice de mí.
¿Le molestó saltar a la fama por ser novia de Leonardo DiCaprio?
¡Buf! No quise dar importancia a ese boom. Intenté no usarlo en mi favor. Tengo una carrera sólida porque trabajo muy duro. Cuando estaba con Leonardo nunca pensé en el futuro, creo que nuestro destino está escrito.
¿Y en él hay una boda?
¡Eso espero! Me encantaría casarme.
¿Ya sabe con qué vestido?
He desfilado tantas veces de novia que tengo la idea concreta: quiero algo etéreo, muy romántico, fresco, como de campo. Deseo una vida tradicional, familiar, con hijos, un marido, paseos… Quiero volver a mi tierra e instalarme allí, sin estrés.
¿Cuál es su opinión sobre el conflicto palestino-israelí?
Hablo de política pero no hago política. No quiero cambiar la manera de pensar de mi gente, pero sí trasladar una idea más positiva de la situación para terminar de una vez por todas con el conflicto.
¿Qué significa para usted el Holocausto?
Es un momento de la historia que no debería olvidarse, tiene que llegar a las siguientes generaciones. Mis abuelos fueron víctimas directas, estuvieron en los campos. Y ese dolor lo llevo dentro, no puedo evitarlo. Israel ha sufrido mucho y debe recordarse siempre.
¿Piensa que la imagen que se ofrece de su país es la correcta?
Si fuera extranjera, me daría miedo viajar allí. Siempre se habla de Israel como de un lugar en guerra, y no es la realidad. Es un sitio maravilloso, alegre, feliz, con un clima fantástico, y bares y restaurantes y vida en las calles, dinamismo cultural…
La carrera de una modelo suele ser corta, ¿no?
Si la mía termina a los 40 años no podré decir que haya sido corta. Por suerte, ahora hay muchos ejemplos de chicas que trabajan más allá de esa edad.