En entrevista con el primo de un amigo, conocedor de bares y cantinas de la ciudad de Oaxaca, le pedí que me mencionara algunos de los que más recordara y gustoso inició su relato, comentándome que uno de los primeros bares al que acudió en los años 70 fue el Bar Capri, cuando estuvo ubicado en la esquina de García Vigil y Matamoros, siendo un lugar bastante tranquilo; recordó que entre la botana, que era de cacahuates y pepino entre otras cosas, también servían unos charalitos, que por cierto, no a todos gustaban.
Con el tiempo este bar se cambió a la esquina de Porfirio Díaz y Allende, en donde duró varios años con mucha clientela y una gran variedad de botanas, al final el dueño vendió la licencia y este bar se vino a menos, ubicándose en diferentes lugares.
Otro bar que visitó fue el Bar Giralda cuando estuvo en la segunda calle de Matamoros en donde de entrada servían un rico caldo de camarón y pasaban diferentes botanas, como la de buche, que no a todos gustaba; fue un negocio de muy buen ambiente atendido por su propietario “Chava”.
También, en aquellos años asistía al Biche Pobre, bar ubicado en Morelos esquina con Mártires de Tacubaya. El Biche Pobre fue un personaje muy conocido, amigable y bromista con los clientes con los que le gustaba brindar; una de sus palabras favoritas era “aguas” que decía cuando entraba algún conocido, la botana consistía en taquitos y chiles pasilla rellenos.
En aquella época era común acudir por las noches a Los Pinitos, en la segunda calle de Armenta y López, administrado por su propietario Elías Quevedo y su hermano El Bigotón, otro bar que fue muy famoso es El Bingo, en Bustamante, ambos eran muy concurridos en especial porque estaban abiertos las 24 horas. Por cierto frente a Los Pinitos existió un antiguo bar llamado Bahía, junto al cual, en el zaguán de la casona vendían unas tortas de carne prensada y unos ajos en vinagre muy famosos.
Remembrando se le viene a la mente el famoso Galdinos Bar, instalado en la esquina de Independencia con Santos Degollado, su propietario, el señor Galdino, siempre vestido con pantalón negro y camisa blanca de manga larga arremangada, quien era muy serio y respetuoso con la clientela.
Luego comentó de la conocidísima cantina La Poblanita, que estuvo en Pino Suárez y Constitución, muy famosa por la singularidad de su propietaria Doña Gloria y su distinguida clientela, años después se cambió a la tercera calle de Libres y luego a Refugio, lugar donde está actualmente, en esta última siempre recordaremos la atención de Pepe y Víctor (El Comanche), ambos fallecidos ya, pero las características de este lugar son: botana en abundancia y copas servidas como para caminar media cuadra nada más.
Ese primo de un amigo (de cuyo nombre no quiero acordarme), me platicó que después su lugar preferido fue el Bar Tomasín ubicado en Cosijopi, en donde daban bastas botanas, actualmente ya no tan abundantes.
Siguiendo por el recorrido del entrevistado llegamos a “Caminito al cielo” que se encuentra a media cuadra antes de llegar a la puerta principal del Panteón San Miguel, mejor conocido como Panteón General, lugar en el cual te sirven mezcales preparados con cedrón, poleo y otros y desde luego los tradicionales blanco y reposado, además se expenden tostadas grandes con tomate, aguacate, queso, quesillo, tasajo y salsa; tostadas fritas con salchicha y una espléndida tortilla de huevo revuelto con cebolla y salsa.
No podemos olvidar al Bar Tere, igual con mucha botana y copas rebosadas. En otra temporada el entrevistado concurrió el Bar Gela en la calle de Mier y Terán, así como al Superior y
al Jacalito en la calle de Trujano, en fin, a muchos otros como La
Perla y el Dorado, por la zona cercana al Mercado de Abasto y el Dos de Oros.
Acercándonos al centro de la ciudad está La Farola y la Casa del Mezcal, antes de que las remodelaran y modernizaran, lugares en los cuales iba una peculiar clientela.
Los bares: Mariscos el Chato rumbo al Jardín Conzatti, el Salón de la Fama en Porfirio Díaz, el Bar Jardín en el Portal de las Flores y el Marqués del Valle que tuvo su bar llamado Bar Doot; en la colonia Reforma, el Edén; El Faro, que antes estuvo frente a la Cruz de Piedra y el Siboney, fueron otros más.
Enseguida mencionó algunas cantinas La Morenita, La Copa de Oro, La Orquídea Negra, La Barca de Oro, El Otro Mundo y Manís.
Millones de copas e historias han pasado por estos lugares y el recorrido sigue avanzando, al terminar la entrevista el primo de mi amigo me dijo que eso era todo, y con un saludo me despido.