Mañana, a las 19.30, en Lúcuma Bar (Zeballos 1165) se presentará en Rosario el nuevo libro de la reconocida poeta Diana Bellessi: Pasos de Baile. Fue publicado este año en la colección de poesía “la lengua” por Adriana Hidalgo, que en 2009 le editó su obra reunida. Esta será la única presentación del libro en el país.
Autora de casi treinta libros de poesía y uno de ensayos, Diana Bellessi nació en una localidad del sur de la provincia de Santa Fe: Zavalla con Z, como tituló su libro de crónica para la Editorial Municipal de Rosario. En esa crónica, ella recuerda su infancia campesina en una chacra que su familia labró durante el peronismo y perdió con las leyes de Onganía. Luego de recorrer medio continente a pie, estudiar filosofía en Rosario y publicar su primer libro en 1972 en Ecuador, la poesía le permitió tener su tierra propia nuevamente.
Ganadora de importantes premios literarios tales como la beca Guggenheim en 2003 y el Premio Nacional en 2011, Diana pudo comprarse un terreno en una isla del delta del Paraná, donde plantó su jardín y tiene una casa. Allí escribe; allí espera la poesía. La belleza del lugar puede apreciarse en el documental El jardín secreto (2013), dirigido por Christián Costantini, Diego Panich y Claudia Prado.
Los musicales poemas reunidos en Pasos de Baile articulan un diario íntimo, cuyas viñetas captan instantes en que el yo poético y los demás habitantes del lugar se fusionan en unidad mística (muchos de los personajes del libro aparecen también en la película). En cada poema, la naturaleza parece organizarse en una composición entre artística y doméstica; lo silvestre propio de cada estación del año y de cada hora del día configura un todo estéticamente cohesivo, como si el mundo mismo fuese su hogar. Ya es bastante significativo el nombre elegido por Bellessi para su mascota: Talita Kumi, la frase en arameo con que Cristo resucita a la hija de Jairo según el evangelio de San Marcos y que significa algo así como “Niña, a ti te digo, levántate”.
Pasos de Baile hace serie por un lado con la tradición argentina de poetas terratenientes contemplativos, donde el muy preciado Juan L. Ortiz brilla como un lucero al que todos (Bellesi incluida) imitan pero que espeja a luminarias menos amadas, como José Pedroni o el último Lugones (el del Romance del Río Seco). Por otro lado, el libro hallaría un lugar cómodo en la biblioteca (o mejor, en la mochila) junto a los grandes solitarios de la naturaleza: Emily Dickinson, Henry David Thoreau, y muy especialmente Las ensoñaciones del paseante solitario, de Jean Jacques Rousseau. Hay también aquí un tono que mezcla el lamento ante la soledad con la gratitud por la compañía de los animales, y que evoca los pasajes más luminosos del ginebrino.
Si en sus poemarios de después de la crisis como Mate cocido (2002), La edad dorada (2003) o La rebelión del instante (2005), el paisaje del jardín reenvía a la evocación afectuosa de un pasado familiar que a la vez se entrama con las utopías renacidas en las resistencias de lo social, en este nuevo libro (a leer en tándem con el muy reciente Variaciones de la luz) la poeta está sola. Si hay un otro, este es la divinidad, vivenciada como la unidad subyacente a todos los seres. Nombrada como Shiva, es percibida al comienzo como signo de muerte y destrucción; sólo al final se manifiesta su epifanía como transformación. Lo que comienza como una serie implacable de variaciones sobre el motivo clásico de la vida breve, culmina como celebración de lo vivo y como arte poética de la inspiración.
“Moverme en lo abierto/ como lo hace el cazador/ bailar y silbar como el viento/ en lo abierto/ como la roca en el torrente y la piedra/ en el granizo y el mosquito/ con sus ojos abiertos/ solamente a ello y nada más/ en lo abierto/ de una forma impensada/ sin ver/ ya nada, ya nada”, escribe Bellessi en el poema “Ekstasis”. El mutismo del comienzo, causado por “el rasguño del miedo” ante la muerte supuestamente cercana, se transforma en un final donde “todo baila”.