Cacho, el vendedor de café que patea las calles neuquinas

En los años ’70 estudió Sociología en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente cursa Psicología Social.

Fue el protagonista de la película documental Hago la calle del director neuquino Mario Tondato, que se estrenó en 2010.

PABLO MONTANARO
montanarop@lmneuquen.com.ar

NEUQUÉN
El chaleco con los colores de Colombia diseñado para cargar termos, vasos y sobrecitos de azúcar, y el sombrero blanco estuvieron colgados en su casa durante dos años, esperando que una mañana su dueño decidiera calzárselos para salir a vender café en la calle. Finalmente, en 2007, Félix Hadad, más conocido como Cacho, puso en marcha esa ilusión con la que dejó atrás deudas, idas y vueltas con proveedores y con el personal, y el “traje” de dueño del bar La Vuestra que estaba en Yrigoyen casi Juan B. Justo.
“En los últimos años del bar ya venía amagando con salir a vender café en la calle, no quería ser más patrón. Ya me había comprado los termos, mi amiga diseñadora Marta Diez me había hecho el chaleco”, cuenta.
Cacho arrancó enfrentando ese nuevo desafío en su vida y al mismo tiempo con la incertidumbre de lo que le iba a pasar porque “tenía que patear la calle para ganarme el mango”, explica mientras atiende a un comerciante que lo esperaba en la puerta de su negocio para saborear un café cortado, su especialidad.
Su pasión por la cafetería viene de chico. A los 12 años ya despachaba café expreso de máquina del buffet del club Estudiantes de Bahía Blanca que regenteaba el padre de un amigo. “Nací en Cinco Saltos, pero cuando mis viejos se separan me voy con mi mamá a Bahía, donde hice mucha vida de club, me gustaba nadar y jugar al básquet”, cuenta.
A Neuquén llegó a fines de la década del ’80. Vivía en Belgrano y Mascardi, y todos los días salía de su casa en bicicleta hasta el centro donde trabajaba de cafetero en un local gastronómico ya desaparecido.
Hasta entonces su vida transcurrió en una inestabilidad laboral –propio de su personalidad inquieta- buscando el dinero para subsistir. “Hice de todo: trabajé en una financiera, fui cadete en oficinas, pasé por empresas multinacionales, hasta lavé autos en un lavadero. Una vez los conté, tuve como 150 trabajos. Creo que tiene que ver con esta característica que tengo de ponerme siempre a disposición y al servicio del otro. Lo cual también en algunos momentos de mi vida me lo cuestioné”, explica este hombre padre de dos hijos, Camila, de 20 años, y Stéfano, de 15.
El día para Cacho empieza a las 6:30, prepara los termos y pasadas las 8 ya está sirviendo los primeros cafés en las calles del centro neuquino. “A la mañana consumo más de 10 termos, lo que equivale a dos o tres manzanas. Dispongo de un lugar donde hago las recargas. Si salgo a la tarde, puedo llegar a vender unos 17 termos”, describe. Con una sonrisa confiesa que algo de lo que hace en la actualidad tiene que ver con el registro que le quedó de una película de Palito Ortega donde hacía de cafetero ambulante, y también de los que trabajaban en las canchas  con los termos de aluminio colgados en dos bandoleras cruzadas.

En la pantalla grande
Su particular figura que transita por las calles ya está incorporada en el engranaje cotidiano de la ciudad. Por eso no sorprendió que el director de cine Mario Tondato lo convocara para ser el protagonista de una de sus películas. En Hacer la calle, estrenada en 2010, Tondato narra historias diversas mostrando que hay otras vidas posibles en los espacios abiertos.
“Con la película me sentí expuesto totalmente. Fue muy fuerte”, asegura y entre risas agrega: “No sé si vendí más café por aparecer en la película”. Recuerda que asistió al estreno en el Cine Español junto a Nelly, la hija del doctor Gregorio Álvarez, “una señora de 96 años que vivía en una casa en el total abandono entre numerosos gatos y perros, pero que era una persona muy agradable y una de mis clientas”.
Su forma de trabajo actual fue una elección de vida. Sus conocidos pensaron que había caído en desgracia. “No soy un tipo arrojado a la marginalidad de la calle. Soy sapo de otro pozo. Los que hicieron su actividad en forma permanente en la calle me miraban y se preguntaban: ‘Y este loco, qué onda’”.
Cacho vive de su trabajo, el café es su “instrumento de vida”, como lo define él, y a pesar de ser una actividad individual, le permite salir de sí mismo, observar las distintas situaciones de vida de la gente. “Me hace correr del ombligo”, asegura y vuelve a servir otro café cortado.

Proyecto
Sueña con conocer el centro cafetero

Desde hace un tiempo, a Félix Hadad lo desvela concretar su sueño de conocer el eje cafetero de Colombia, compuesto por las ciudades de Manizales, Pereira y Armenia. El proyecto que denomina “Rumbeando pal cafetal” consiste en un viaje a bordo de su auto desde Balsa Las Perlas, donde vive en la actualidad, hasta el eje cafetero de Colombia “laburando con el café y difundiendo la película ‘Hago la calle’, de la cual participé”.
Y agrega: “Quiero conocer los lugares donde se cultiva el café y estar en contacto con los granos”.

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