Cerveza, medicina de bar

  Los doctores Humberto Martín y Victoria Mascaraque presentaron el estudio preliminar desarrollado en la Facultad de Farmacia de la Complutense. / J. Martín

Ningún consumidor habitual de cerveza en un bar se para a pensar en que la caña que se toma en el aperitivo antes de comer o el botellín de por la tarde tras el trabajo puede ser un elemento beneficioso para su salud. Un estudio realizado por el grupo de investigación del Departamento de Microbiología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid parece empeñado en subrayar los benéficos efectos de esta bebida sobre la salud humana, debido a las propiedades de algunos de sus ingredientes naturales como el lúpulo; parte esencial de la elaboración de la cerveza. Las conclusiones de este estudio preliminar fueron presentadas ayer en el marco de la X Reunión de Microbiología Molecular que se desarrolla en Segovia por los doctores Victoria Mascaraque y Humberto Martín, cuyo trabajo está siendo auspiciado por el Centro de Información Cerveza y Salud (CICS).
El estudio señala que la clave de los beneficios que aporta la cerveza a la salud radica en el xanthohumol, un polifenol del grupo de los flavonoides que procede de las glándulas de lupulina que se encuentranen la planta femenina del lúpulo.
Humberto Martín explicó que este compuesto químico tiene una probada capacidad antiinflamatoria y antioxidante, capaz de evitar los daños que se generan en el ADN de las células en situaciones de estrés. Así, resulta propicio para contribuir a la prevención de enfermedades neurodegenerativas y cardiovasculares, debido a sus efectos quimiopreventivos, aunque el doctor Martín precisó que es necesario “profundizar en el estudio de los genes, las proteínas y los procesos que las regulan”.
Por su parte, la doctora Mascaraque señaló que un consumo moderado de cerveza puede situarse en torno a “dos o tres cañas diarias”, aunque precisó que esta cantidad puede variar en función de las circunstancias metabólicas del individuo. Además, señaló que los bajos niveles de alcohol de esta bebida contribuyen a potenciar el efecto de los polifenoles, pero recordó que un consumo abusivo los retarda e inhabilita.
Además, recordó que el lúpulo ha sido empleado desde la antigüedad para el tratamiento de dolencias y patologías debido a su capacidad antibacteriana y antiinflamatoria y sus propiedades sedantes y diuréticas, y no fue hasta el siglo IX cuando se incluyó en la fabricación de la cerveza.

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