¿Charlatán o Che Guevara? Humorista británico Russell Brand se …

En un bar del barrio de moda de Shoreditch, en Londres, el cómico británico Russell Brand predica la revolución con su mezcla de chistes y comentarios apasionados que le han ganado una legión de jóvenes seguidores.

“¡Imagina, la policía baja sus escudos, hay hooligans, el rugido de las masas!”, exclama el actor, cuyo aspecto barbudo recuerda al del Che Guevara.

Pese a proceder de sectores sociales tradicionalmente alejados de la política, y más aún de los ultras del fútbol, la joven audiencia está cautivada por las palabras de Brand.

Brand “cuestiona el relato”, estima Mike Pheasant, de 31 años, tras la actuación de Brand en el bar The Proud Archivist (El archivista orgulloso).

Pheasant dice que el cómico está movilizando a los jóvenes -el sector más reacio a votar que ha visto el país en 50 años- de cara a las elecciones generales del 7 de mayo.

Pero aunque hace campaña en temas como la escasez de viviendas, el cómico no tiene tiempo para partidos políticos y dijo que no tiene sentido votar.

La entrevista que concedió a la BBC en 2013 en la que explicaba su posición ha sido vista 10 millones de veces.

Una entrevista que transformó al actor -exmarido de la cantante Katy Perry- en una figura para los que no se identifican con las principales corrientes políticas.

De culto

Brand ha hablado ante los diputados para pedir una suavización de las leyes antidrogas y participó en una campaña para evitar que unos inversores estadounidenses doblaran el precio de los alquileres en un complejo de viviendas sociales cerca de donde él vive, en el este de Londres, una campaña que logró su propósito.

Brand, que saltó a la fama internacional interpretando al rockero Aldous Snow en “Forgetting Sarah Marshall” (“Cómo sobrevivir a mi novia” en Argentina y “Paso de ti” en España), da a conocer sus causas a los cuatro vientos.

Su cuenta en la red social Twitter tiene 9 millones de seguidores, y la usa para proclamar “las verdaderas noticias” en su show diario “The Trews“, contracción en inglés de ‘true’ (verdad) y ‘news’ (noticias), desde donde promete una sociedad posrevolucionaria edificada sobre “una radical redistribución de la riqueza y el espiritualismo”.

A juzgar por las legiones de admiradores haciendo cola para saludarlo tras el espectáculo y la popularidad de su libro “Revolution”, este actor de 39 años que se crió en Grays, un suburbio de clase obrera del este de Londres, tiene rendida a la audiencia.

Pero tiene también a muchos detractores, que lo acusan de superficial, de contradictorio y de jugar con jóvenes impresionables.

En la crítica sobre su libro, la revista The Atlantic dijo que Brand “tiene el celo de un misionero y el carisma de un líder de culto”, mientras el columnista Robert Colvile, del diario The Daily Telegraph, le reprochaba “no tener ni siquiera la más mínima pista de qué emergería de su revolución”.

“No es un pensador serio, está en el negocio de la información-entretenimiento“, estimó Paul Staines, el responsable de la influyente bitácora política Guido Fawkes.

Tiene 9 millones de seguidores en Twitter, ¡pero también los tiene Kim Kardashian!“, agregó.

Un cambio refrescante

Brand se siente más cómodo hablando de generalidades filosóficas que de las políticas concretas de su sociedad posrevolucionaria, y cuando no tiene más remedio que hacerlo suele incurrir en contradicciones.

Defiende una sociedad sin líderes pero un Estado fuerte que cubra todos los servicios, y admite que es un poco narcisista al tiempo que lamenta que el egocentrismo prima en las sociedades occidentales.

Está contra la violencia revolucionaria pero dice soñar con ir al Parlamento “a cortar unas cuantas cabezas” y usar a los hooligans para liderar su revuelta.

Staines recordó que tanto Perry como otra exnovia, Jemima Goldsmith, han sugerido que no es la persona amable que dice ser, y estimó que seduce principalmente “a un cierto tipo de persona ingenua que cree que si compartiéramos un poco más todo sería fantástico”.

Brand también ha sido criticado por amasar una fortuna de £9 millones (USD13,7 millones) predicando contra el enriquecimiento.

“Sería equivocado juzgarlo al pie de la letra”, dijo Yasmine, de 24 años, al acabar el espectáculo en el bar.

“Dice muchas verdades, es refrescante. Pero la puesta en práctica de esas verdades y la infraestructura todavía no están ahí”.

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