Cholo Simeone y sus Wonderful Boys

Ya no había ni rastro de la
pelirroja, y estaba solo otra vez, como es natural en mí, el sábado a las siete
de la tarde. Me encontraba en una zona de la costa tomado por los bárbaros:
sólo se hablaba inglés y alemán, así que me fue difícil encontrar un bar en el
que pudiera verse el duelo a muerte bajo la barretina del Nou Camp entre el
Barsa y mi equipo: el Atlético de Mad Madrid. A la misma hora y en el mismo momento
se estaba jugando otro partido que querían ver todos los guiris, creo que era
la copa de los British o algo así; no me fijé. Yo sólo quería ver al Atleti. 

Por fin recalé en un garito regentantado por una vieja pareja de coreanos, cuya
hija Chao Li era un encanto como descubrí unas horas después (pero esa es otra
historia). Habían sintonizado una emisora árabe en la que se retransmitía el
partido en directo. El sonido lo sacaron de una radio local, el comentarista
era un culé loco que insultaba al Atlético, se ciscaba en el árbitro cuando no
pitaba a favor del equipo de Barcelona y hasta hacía teatro radiofónica:
“Vamos, dadle un besito en el culo, que os está haciendo ganar”. Y allí estaba
yo, rodeado de unos cuantos culés más bien descafeinados, agarrado a mi tubo de
burbon, y agotado de correr -mentalmente- por el campo. Los diez últimos
minutos fueron apocalípticos, maravillosos, pura humanidad: once pobres tiempos
peleando contra otras once pobres tipos, incapaces ya de correr ni pensar, pero
aún con el corazón en la mano, y dispuestos -todos ellos- a dejárselo en el
camino, hasta el segundo final.

 

Cuando me levanté a la mañana
siguiente, ni idea de lo que hice la noche anterior, Chao Li ya no estaba en la
cama, pero en la mesa había unos “demonios fritos” y una taza de té. Al
asomarme por la ventana comprobé que estaba en el piso superior del bar El
Turista Feliz. Me comí los demonios, di un par de sorbos al te y salí a buscar
mi coche. Lo encontré bastante pronto. Tenía que llegar a Mad Madrid para la
celebración en Neptuno.

 

Y llegué, pero no fui. Decidí
reservarme para el próximo título. Y pido a los dioses que ese título llegue
esta misma semana, cuando el Real sea derrotado en Lisboa por el Atlético de
Mad Madrid.

 

Otro burbon, por favor.

 

(este post es para 100Osos y el
Ciervo, que encarnan mejor que nadie el espíritu del Atletico, y el de Mad
Madrid)

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