Una mujer de 49 años fue asesinada a cuchilladas por su ex pareja cuando conversaban en una confitería del barrio porteño de Caballito. El homicida, de 58, intentó luego suicidarse en la calle.
Fuentes policiales confirmaron que el hecho ocurrió el sábado, cerca de las 18, en el bar Plaza del Carmen de Rivadavia y La Plata, en la ciudad de Buenos Aires. En ese momento una gran cantidad de personas se encontraba en el lugar donde la pareja, cuyas identidades no trascendieron, se encontró a charlar.
Un vocero allegado al caso indicó que la pareja se había distanciado hacía un tiempo y había acordado encontrarse el sábado en el bar. Incluso, la mujer le había dicho a un amigo que la esperara cerca por temor a que le ocurriera algo.
De pronto. Según relataron testigos a la policía, la mujer y su ex marido estaban sentados en una mesa hablando cuando de repente el hombre sacó un cuchillo de gran tamaño que tenía escondido y empezó a atacarla. Entonces un cliente salió en defensa de la víctima y empezó a golpear al agresor con una silla. En medio de la pelea el agresor golpeó contra una vidriera del local, la rompió y aprovechó para escapar hacia la vereda. Una vez afuera, seguía fuera de sí y empezó a clavarse el cuchillo y a golpearse contra un auto que estaba estacionado.
“Pudimos socorrer a la señora pero ya le había dado dos o tres puñaladas, no pudimos hacer nada más que correrlo”, contó a la prensa el encargado del local. El empleado agregó que un cliente intentó revivir a la mujer y le practicó los primeros auxilios, pero cuando llegó en ambulancia al hospital Durand ya había fallecido.
Respecto del agresor, los voceros consultados señalaron que el hombre se provocó “una herida a nivel de tórax que compromete pericardio”, por lo cual quedó internado en terapia intensiva con asistencia respiratoria mecánica en el mismo centro de salud.
Harakiri. Un vecino que presenció la salida del hombre de la confitería relató que “tenía la cara toda ensangrentada y se hacía el harakiri como un japonés en medio de la calle”.
“Era una imagen tan dantesca que le grité a mi mujer que no saliera a la calle para ver lo que pasaba porque era muy fuerte”, afirmó.
El testigo señaló que cinco mozos de la confitería y vendedores ambulantes que estaban en la vereda corrieron atrás de él para frenarlo, “pero nadie se animaba a tocarlo porque con el cuchillo amenazaba con matar a los demás o matarse él y se seguía apuñalando”.
El encargado del bar, que también corrió al atacante, sostuvo que “no podía clavarse el cuchillo y hacía fuerza contra un auto blanco que había ahí, siguió caminando y se cortó los brazos”. Luego del episodio, peritos de la unidad criminalística móvil de la Policía Federal trabajaban en el lugar..