Droga, corrupción y pobreza son tres conceptos cuya asociación azota a diversas ciudades de Latinoamérica, entre ellas, el Distrito Federal. Esta ciudad tiene más puntos de venta de droga al menudeo que Bogotá, la capital de Colombia, un país identificado durante muchos años como el corazón de la producción y tráfico de droga en el continente.

Mientras el gobierno de la ciudad sudamericana reconoce la existencia de 260 puntos de venta, en el DF, la Secretaría de Seguridad Pública local ha hablado de 600.

En Ecuador se llaman “brujos”, en Brasil “esticas”, en México narcomenudistas, pero en todos los casos, los encargados de distribuir droga son, en su mayoría, personas de bajos recursos.

Es común que las redes de distribución de droga al menudeo en Latinoamérica se integren por familias completas que, dado su entorno marginal, apuestan por esta actividad ilícita para ganar dinero.

La droga más consumida en las 10 ciudades analizadas es la mariguana. Llama la atención el incremento que su uso reporta en Chile, lo mismo que la cantidad de éxtasis incautada en Río de Janeiro.

La variedad de acciones gubernamentales para inhibir el fenómeno va desde el presunto traslado de oficinas gubernamentales a lugares donde se vende droga (una iniciativa del gobierno argentino que finalmente no se concretó) hasta operativos exitosos como los implementados en la capital de Brasil.

Otro fenómeno detectado al analizar estas ciudades latinoamericanas es que en ninguna se mide la cantidad de muertes ocasionadas por la venta de droga al menudeo.

Bogotá (Colombia); Quito (Ecuador); Caracas (Venezuela); San José, (Costa Rica); Lima (Perú); Río de Janeiro (Brasil); Buenos Aires (Argentina); Santiago (Chile) y San Juan (Puerto Rico) son las ciudades radiografiadas por el Grupo de Diarios de América (GDA).

A través de cifras e historias, cada una muestra el sello que el narcomenudeo ha impreso en su territorio.

Aquí las estampas.