Cómo pedir una copa según los camareros

“Los bares y los pubs son el patio de recreo del mundo adulto”, escribe Kamran Rosen en un reciente artículo que mantiene la tesis de que no hay un lugar tan propicio para ser maleducado como la barra de un bar. El periodista, colaborador habitual de BroBible, descubre en dicho texto las costumbres más habituales entre los parroquianos que suelen sacar de quicio a los camareros.

No se trata, ni de lejos, del único barman que ha querido exponer en la red sus quejas, con el ánimo de elaborar un código de conducta para los clientes. Existen infinidad de listas de peticiones que los barman dirigen a los bebedores, y estas suelen dividirse entre lo obvio (no te emborraches, no insultes al camarero, no vomites en el suelo, no dispares al pianista) y lo práctico, que en general consiste en ahorrarle trabajo al camarero con el buen propósito de conseguir que la espera del cliente no se alargue demasiado. Pero, ¿qué nos piden exactamente nuestros amigos escanciadores de espirituosos o, como los define Rosen, “los guardias del mundo de la noche”?

No pidas bebidas gratis

Una de las creencias más difíciles de erradicar es aquella que sugiere que, si has pedido varias rondas, estás en tu derecho de exigir otra más gratis. La política a tal respecto suele variar en cada establecimiento y, por lo general, no depende del camarero, así que forzarle para beber de gorra lo único que conseguirá es ponerle en un compromiso. El ofrecimiento de bebida gratis tiene que surgir del bar, así que seamos pacientes.

No te quejes por los precios

Algo semejante ocurre con el precio de las bebidas que hemos pedido. El camarero puede llegar a recibir decenas de quejas (o intentar ser regateado) por el precio de la bebida, que no ha sido decisión suya. Resulta preferible preguntar antes y, en función de la respuesta, solicitar una bebida u otra, que pedir a ciegas y quejarnos cuando la copa nos va a salir más cara de lo que pensábamos.

Los camareros también son personas

La variedad de comportamientos que atentan directamente contra el honor personal del camarero es amplísima. Chascar los dedos para llamar su atención, golpear en la barra, agitar un fajo de billetes en el aire, llamarle “¡tú!” o arrojarle monedas no son precisamente la clase de comportamientos que nos hace pasar por personas educadas. Ello también incluye tratarle como si fuese tonto, por ejemplo, explicándole cómo se sirve correctamente una copa. Es su trabajo, debería saberlo.

Pide todo a la vez

“Por favor, un gin-tonic”. El camarero coge un vaso, sirve los hielos, la botella de ginebra, la tónica, parte el limón y echa un poco de enebro: “son 12 euros, por favor”. Qué barato, piensa el moderno de turno, póngame otro. El camarero se da la vuelta, coge otro vaso, sirve más hielos, vuelve a por la botella de ginebra, la tónica, parte otra rodaja de limón y se le olvida el enebro: “son 24 euros”. Ay, que Borja también quiere… ¿Me pones uno más? El camarero se da la vuelta y se acuerda de su padre.

Piensa bien lo que quieres

“Eh… Ponme algo que tenga alcohol, pero no mucho, que sea dulce, pero no demasiado, que no sea ni muy barato ni muy caro y que me emborrache pero no deje resaca”. Según el bar en el que nos encontremos, quizá no sea lo más adecuado pedir al camarero recomendaciones imposibles. Sobre todo porque, como explica Rosen, las bebidas son una cuestión muy personal y, por lo tanto, suelen conducir a grandes decepciones y a desencuentros con el camarero.

No te reclines sobre la barra (y no te quedes a vivir con ella)

El bebedor común piensa que depositar la parte superior de su cuerpo sobre la barra es el camino más corto para ser atendido, especialmente si el camarero es un hombre y se porta un voluminoso escote. Esta es, ante todo, una señal de mala educación que lo único que sugiere es que somos unos ansiosos. Regla nº 2: intentemos retirarnos de la barra rápidamente cuando hayamos sido servidos, hay otras personas que están reclamando su turno para inclinarse sobre la barra y agitar furiosamente un fajo de billetes.

“Los bares y los pubs son el patio de recreo del mundo adulto”, escribeKamran Rosen en un reciente artículo que mantiene la tesis de que no hay un lugar tan propicio para ser maleducado como la barra de un bar. El periodista, colaborador habitual de BroBible, descubre en dicho texto las costumbres más habituales entre los parroquianos que suelen sacar de quicio a los camareros.

No se trata, ni de lejos, del único barman que ha querido exponer en la red sus quejas, con el ánimo de elaborar un código de conducta para los clientes. Existen infinidad de listas de peticiones que los barman dirigen a los bebedores, y estas suelen dividirse entre lo obvio (no te emborraches, no insultes al camarero, no vomites en el suelo, no dispares al pianista) y lo práctico, que en general consiste en ahorrarle trabajo al camarero con el buen propósito de conseguir que la espera del cliente no se alargue demasiado. Pero, ¿qué nos piden exactamente nuestros amigos escanciadores de espirituosos o, como los define Rosen, “los guardias del mundo de la noche”?

No pidas que te echen más

Debemos confiar en la profesionalidad del camarero y pensar en que la proporción de alcohol que sirve en la copa es la adecuada para no quedarse corto ni pasarse. Aunque están acostumbrados al habitual “alegría, alegría”,regatear un dedo más de whiskey es de cutres, sobre todo teniendo en cuenta que el sabor idóneo se consigue con proporciones muy bien pensadas.

La barra del bar no es un perchero

Todos los pubs tienen rincones estratégicamente situados para depositar nuestra ropa si no queremos gastarnos dinero en el ropero. Curiosamente, uno de ellos no es la barra del bar, el lugar dedicado exclusivamente a servir las bebidas. Lo dicen por tu propio bien: es probable que alguna de ellas se derrame y envíe nuestras prendas de cabeza a la tintorería. Tampoco es adecuado ocupar las banquetas con nuestros abrigos: estaremos impidiendo que los demás se puedan sentar.

Intenta pagar todo junto (o, por lo menos, que no sea con tarjeta de crédito)

Ese grupo de 20 borrachos que lleva consumiendo toda la noche puede hacer frotarse las manos al hostelero más pintado, hasta que comienzan a acudiruno por uno a la barra para que le cobres los dos gin-tonics, las tres cervezas y el chupito que han consumido. Y, a poder ser, con tarjeta de crédito. Para facilitar el asunto y no crear colas larguísimas, los camareros solicitan que se intente juntar el dinero antes de pagar. ¿Una buena solución? Hacer bote y no ser rácanos negociando hasta el último céntimo lo que hemos consumido.

No pidas si no vas a pagar tú

“¡Guau! No sé cómo puede acordarse de todo lo que hemos pedido”. Ni tú ni él, como sigas así: una de las costumbres que conducen con mayor facilidad a la confusión es la de acercarte a la barra a pedir algo, que tu novia recoja las copas y que las pague tu padre, como se explica en Zagat. En definitiva, el complot perfecto para que el barman no sepa a quién le está sirviendo cada bebida.

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