Foto: Marcos Doña
Por: Florencia Rodriguez
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Puede haber opiniones enfrentadas sobre el desempeño de la Selección en este Mundial. Lo cierto es que, cuando juega Argentina, hay una sola cuestión en la que todos están de acuerdo: el asado, las picadas y las pizzas para ver el partido en familia o con amigos. Mientras que muchos optan por quedarse en casa prendiendo el fuego, otros tantos optan por ver el encuentro futbolístico en diferentes bares acompañados de comidas rápidas y, por supuesto, de cerveza y fernet para el brindis.
No es barato pero ver un partido de Argentina y preparar un asado motiva a muchos hombres y mujeres a salir en busca de cortes de carne económicos para no privarse de un encuentro entre amigos viendo el deporte que a más gente apasiona.
“Para ver el partido del sábado contra Irán nos juntamos con mis amigos, somos once y ya todos sabíamos que íbamos a comer asado. Buscamos la manera de que nos saliera barato, así es que varios fuimos a distintas carnicerías y por 150 pesos cada uno pudimos comer y con ensaladas y bebidas incluidas”, contó Matías Caliri, de 27 años.
El joven contó que, para no perderse un minuto de juego, entre todos decidieron almorzar después del encuentro por lo que, mientras tanto, engañaron el hambre con maní, papas fritas y cerveza. Según comentó, los partidos de Argentina representan uno de los pocos temas en los que no les cuesta trabajo ponerse de acuerdo sobre los planes para ese día. “Los primeros dos partidos hicimos lo mismo y ya lo sabíamos sin consultarnos. Ahora se complica porque nos toca jugar en un día de semana y muchos trabajamos pero los que sean sábado o domingo ya sabemos qué vamos a hacer y dónde”, dijo.
Otro que suma a este ritual futbolero es Daniel Vergara, de 29 años que, junto con ocho amigos se reúnen en diferentes casas que van alternando para comer un asado y tomar “un buen vino”. “Compramos alrededor de 5 kilos entre carne y costillas que nos salió cerca de 250 pesos. Después, decidimos que cada uno llevara algo para tomar y varios llegaron con verduras, algunos habían comprado y otros trajeron de la casa algo que no les simpatizó mucho a sus parejas”, relató el joven recordando los comentarios que les hicieron sus amigos al respecto.
En algunas carnicerías, el kilo de algunos cortes cuesta menos que en otros negocios. Por ejemplo, en Naser Hermanos, del Mercado Central, el kilo de vacío, costillas, punta de espalda y asado de carnicero cuesta 65 pesos cada uno. Por su parte, en el local Ke Karne, se consigue un kilo de asado surtido que incluye tapa de nalga, paleta y marotilla a 59,90 pesos. Claro, que los más selectivos pueden encontrar punta de espalda y costillas de primera a 89,90 el kilo de cada uno.
Pero también se puede disfrutar de una picada en la comodidad de una casa sin necesidad de salir a comprar todo lo necesario para armarla. “Nosotros hacemos delivery de picadas, tenemos dos opciones: una para cuatro personas que trae cuatro variedades de fiambres, aceitunas verdes y negras y tostadas saborizadas a 200 pesos. La segunda alternativa sale 400 pesos y tiene cinco variedades de fiambres, aceitunas, papitas, palitos salados y maní y es para 10 personas”, contó Emanuel Arancibia.
El joven de 26 años y a cargo del delivery “Sabores del Campo”, reveló que para los partidos de Argentina hay un aumento en los pedidos que reparten por todo el Gran Mendoza y que coordinan a través de Facebook o Twitter (@saborescampo). “Hemos visto grupos de mujeres, de hombres, la verdad que cuando juega la Selección nadie se lo quiere perder y mientras más comodo sea todo, mejor. Por ejemplo, en una ocasión, me dieron más dinero para que, camino al domicilio, comprara también algunas cervezas para acompañar la picada”, contó.
Fútbol en el bar
Claro que mientras muchos eligen quedarse en una casa, otros prefieren acercarse a un bar a compartir el partido junto a otros hinchas que eligen hacer lo mismo. Pero esta opción tiene un plus y es que en estos locales se reúnen personas de diferentes nacionalidades, lo que permite conocer gente y armar nuevos grupos que comparten el gusto por este deporte.
Generalmente, los bares abres sus puertas a partir de las 20 y cierran cerca de las 2.30, salvo los fines de semana, que extienden el horario de atención hasta que se va la última persona. No obstante, por el Mundial, los horarios se han modificado y como los partidos comienzan a las 13, las puertas de muchos de estos locales se abren a las 12.
Los bares irlandeses siempre son los más elegidos. Es que, además de servir cerveza tirada o artesanal, ofrecen picadas y gran variedad de comidas por lo que son los preferidos de los extranjeros. El “Believe Irish Pub”, ubicado en calle Colón y Mitre de Ciudad y el William Brown, de calle Arístides son de los más convocantes. Se suman Zitto, Johnny B. Good y Antares.
Argentinos, italianos, ingleses, colombianos, mexicanos, brasileros y estadounidenses copan siempre el conocido bar ubicado a metros de calle Patricias Mendocinas. En este lugar, se puede elegir entre seis variedades de picadas o la opción de armas la propia con pocillos que se adapten a los gustos de cada grupo.
“Las picadas que más salen son: la clásica, la dublin y la kilkenny. La primera en realidad se llama John John y tiene queso, jamón cocido, maní y aceitunas. Esta tiene un precio de 64 pesos. La segunda opción trae dos tipos de queso, jamón cocido y crudo, es para dos o tres personas y cuesta 100 pesos. Finalmente, está la kilkenny que es para cuatro o cinco personas y sale 188 pesos”, contó Diego Carretero, encargado del Irish.
Las pizzas, los nachos y las papas fritas también son muy pedidas en este bar. Pero, sin dudas, todas las opciones van acompañadas con cerveza que puede ser negra, roja y las que se hacen exclusivamente para este lugar como son: “Okelly’s Crean Stout y la Irish Red Ale”, cuyo medio litro cuesta 30 pesos.
“También tenemos menúes, el que más sale es el combo de pizza muzzarella grande con una cerveza alemana: la Wasteiner a 107 pesos”, agregó Carretero quien contó que cuando hay partidos importantes, el bar se llena e incluso, hay muchos que no tienen problemas con quedarse de pie bebiendo mientras miran el partido.
“Es más emocionante que ver partidos en nuestro país porque allá a nadie le gusta. Prefieren el baseball o el fútbol americano. Por eso nos gusta ir a bares cuando juega nuestra selección, la de Argentina o de Colombia también. Normalmente, venimos aquí, al Believe o a Antares”, comentó Gabriel Planchard, de 22 años oriundo de Carolina del Norte, Estados Unidos.
El joven presenciaba el encuentro entre Colombia y Japón junto a 9 amigos en el Bar Zitto de la Artístides, algunos de su país, otros de Inglaterra y uno más de Malasia. “Estudiamos enfermería, kinesiología, radiología y vinimos a hacer prácticas profesionales a los hospitales Notti y Lagomaggiore para aprender términos y mejorar nuestro español”, explicó Planchard en un excelente castellano.
En el Johnny B. Good, los colombianos habían ganado lugar. Sin embargo, Federico Largacha, dueño del bar, explicó que también habían recibido personas de Uruguay, Italia y Brasil, entre otros y que, a partir de las nacionalidades, armaban promociones.
“Variamos las ‘Happy Hour’ (dos al precio de uno) según el partido de ese momento. Por ejemplo, cuando juega Alemania, hacemos promo de cerveza, si es Holanda, de Gancia, y si es Colombia, de ron”, señaló el encargado del bar.
Pero los partidos de Argentina no quedan al margen por lo que, cuando el plantel de Alejandro Sabella disputa un encuentro, en este bar pasa algo particular: “Regalamos una cerveza a cada grupo por cada gol que haga la Selección. De manera que, si hacen seis goles, regalamos seis cervezas o gaseosas, lo que prefieran”, comentó Largacha.
“Nosotros también sentimos el fútbol como ustedes”, le decía Ariadna Álvarez de 26 años y recién llegada de Colombia a Martín González, un mendocino de 31 años que miraba el partido con dos amigos. Este grupo se armó en ese momento gracias al encuentro entre el equipo cafetero y el nipón. Ariadna llegó con dos amigas desde su país natal simplemente para vacacionar. “No conseguimos entradas ni nos alcanzó para ir a Brasil por lo que decidimos venir a Argentina, que es una buena elección para vivir una competencia como esta. Los argentinos son muy apasionados por el fútbol, aunque nosotros también”, explicó la joven que estaba en Mendoza porque su mamá es lujanina por lo que no tienen gastos de alojamiento.