Phil Mercer
BBC, Sidney
Janine Allis no tenía experiencia en negocios antes de lanzar Boots Juice Bar. Hoy es multimillonaria.
Es una “bestia” de un negocio australiano que devora 49 millones de arándanos y tres millones de plátanos cada año. Y fue inspirada en parte por la realeza y estrellas de rock.
Boost Juice Bars fue fundada por Janine Allis, una energética madre de cuatro hijos que abrió su primera sucursal en la ciudad de Adelaide en 2000.
Hoy su imperio tiene cerca de 400 tiendas en 13 países, con ventas globales de más de US$230 millones.
Nada de mal para una autodefinida “madre controladora” de Melbourne, que dejó el colegio a los 16 años.
En esa época las ambiciones de Janine se trascendían los límites de los suburbios de la segunda ciudad más grande de Australia.
En vez de ir a la universidad, se las arregló para conseguir tres trabajos que costearan una aventura en el extranjero que la prepararía para las batallas que luego tendría que librar en el duro mundo de los negocios.
En 1984 Janine le anunció a su familia que partiría a “mochilear”. La aventura la llevó a trabajar por dos años en el bar del yate de David Bowie, donde conoció a celebridades de la talla de la princesa Margarita (hermana de la reina Isabel II de Inglaterra) y el cantante Robin Williams.
Janine (abajo a la derecha) trabajó como barwoman en el yate de David Bowie.
Casi siete años después de dejar su natal Australia, volvió al país, con un hijo de dos años en los brazos.
Tomar el control de tu destino
“Lo que aprendí viajando es a tener una gran tenacidad y a pensar con los pies en la tierra”, explica la empresaria desde las oficinas centrales de su imperio en Melbourne.
“Cuando trabajé para Bowie me di cuenta de que hay gente buena y gente mala; ricos, pobres, famosos y campesinos. Viajar es una muy buena forma de conocer a la gente por dentro”.
Oros trabajos fueron y vinieron. Fue publicista para una productora cinematográfica y viajó con un grupo de comediantes, con el cual no hizo mucho dinero.
A partir de su experiencia con la gente rica y famosa, Janine tomó una decisión: no trabajar para nadie. Quería ser su propia jefa y controlar su “propio destino”, haciendo algo especial con su vida. Que además le diera flexibilidad para atender a su creciente familia.
La inspiración final vino durante un viaje a EE.UU. y un deseo de comenzar un emprendimiento saludable.
“Estaba en EE.UU. y vi los tipos de jugos y batidos que estaban ganando popularidad. Y al volver a Australia no había nada que fuera sano, y el incremento de la obesidad era proporcional al mayor consumo de comida rápida”.
Entonces se le ocurrió la idea del millón de dólares: un producto que hiciera fácil comer saludable.
Luego de trabajar para David Bowie aprendió de los ricos y famosos.
“Y con mi nula experiencia de negocios, más allá de ser niñera de mis hijos y barwoman en un yate, lo que en realidad no fue de mucha ayuda, diseñé un plan de negocios y me puse manos a la obra”.
Errores autoinflingidos
El nuevo milenio vio el lanzamiento del primer Juice Boost bar en marzo de 2000.
Janine lo abrió en Adelaide y no en Melbourne porque era más fácil ver si el concepto funcionaba en un mercado más pequeño.
Después de pedir préstamos a los bancos, Janine y su marido, Jeff, que también está a cargo del negocio, pusieron su casa en garantía. En cuatro años la compañía estaba operando en cada estado australiano, con unas 100 sucursales.
Fue una expansión rápida. Pero era solo el principio.
Un viaje a Washington para aprender sobre cómo se internacionalizan los negocios terminó en el primer contrato de la marca para abrir una tienda en el exterior. Y nada menos que en Latinoamérica: abrieron en Chile en 2006.
La empresa hoy tiene tiendas en 13 países.
Boost Juice Bars, que se promociona como una alternativa saludable a la comida rápida, cuenta hoy con tiendas en China, India, Alemania, Sudáfrica y Reino Unido.
Pero el rápido crecimiento tuvo también un costo.
Janine admite que durante los primeros años cometió errores “autoinflingidos”. La compañía había crecido muy rápido, no tenía suficiente infraestructura y, por un tiempo, los clientes lo sufrieron.
Pero fue su experiencia maternal la que logró soslayar los problemas y posicionar la marca.
“En general yo miro mi negocio como si fuera un hijo. Cuando empiezas, está en la incubadora y te necesita allí con él 100%”, asegura.
Boost es hoy parte de un holding que incluye restaurants mexicanos y cafeterías.
Sus hijos tienen hoy 24, 18, 16 y 6 años respectivamente. En realidad, tiene dos de 16, si se considera a Boost. Y a pesar de que al principio lanzar el negocio tuvo innegables costos familiares, ahora Janine ha aprendido a equilibrar su rol de madre con el de multimillonaria.
El miedo como motivación
Hoy Janine cuenta con un holding –Retail Zoo- que incluye marcas como el restaurant mexicano Fresh Mex Grill, con 54 tiendas en Australia, y las cafeterías Cibo Espresso.
“Un negocio hace una de dos cosas: ir bien o ir mal. Nuestro trabajo es empujarlo al crecimiento”.
“Lo que más me impulsó a desarrollar una carrera de negocios fue el miedo”, cuenta.
“(En un momento) teníamos pasivos de más de 20 millones de dólares australianos (unos US$15.000.000), por lo que vendimos nuestra casa familiar para poner todo nuestro dinero en el negocio”, explica.
“No había plan B, que en algunos aspectos ayuda porque trabajas más duro. Es como escalar el Everest (…). Había que seguir hacia la cima”.