De milagro no fue una tragedia

Desmoronamiento

Cayó imprevistamente mampostería del bar Camelot el domingo entre las 17 y 18, obligando a personal de Urbanos y a Bomberos a trabajar rápidamente para dejar en condiciones el edificio. El grave episodio causó pánico, ya que milagrosamente no se precipitó sobre personas.

 

 

Según Torasso, “el propietario es el responsable”

 

Sobre el incidente en el que mampostería del bar Camelot cayó imprevistamente el domingo entre las 17 y 18, el director de Obras Particulares del Gobierno local explicó a El Nuevo cómo se suscitó el derrumbe y responsabilizó al propietario por lo ocurrido.

 

Un inesperado hecho en la vía pública ocurrió a plena tarde del domingo, entre las 17 y 18 horas, al registrarse un derrumbe de una carga y alero de considerables dimensiones del edificio de la confitería Camelot, en pleno centro de nuestra ciudad, y que afortunadamente no causó más que daños materiales ya que no había nadie sentado en las mesas ni pasaban transeúntes al momento del desmoronamiento y que podría haber derivado en una tragedia.

De más está decir que el hecho fue fortuito y que este tipo de situaciones no son habituales en nuestra ciudad. Sin embargo, otro hubiera sido hoy el análisis de la noticia si el derrumbe se hubiera registrado dos o tres horas más tarde, o bien en pleno verano, cuando a raíz de la temporada es habitual que las mesas de la confitería, que asimismo fueron destrozadas, hubieran estado abarrotadas de personas.

De todos modos hubo mucha gente que se acercó y que hasta pasaba por la vereda de enfrente o bien en autos o motos al momento del incidente. El día estaba agradable y muchos rojenses disfrutaban del centro cuando se originó el desastre, y que hizo que se obligara a una rápida intervención de los servicios de emergencias teniendo en cuenta que no fue un episodio como para no tomarlo seriamente.

Lo que se hizo exactamente ni bien se dio aviso por el hecho fue cerrar las calles de esta céntrica esquina de Presidente Perón e Irigoyen que es sin dudas una de las intersecciones más emblemáticas de Rojas. El personal de la jefatura de Tránsito perimetró el lugar, mientras que inmediatamente acudió una dotación de Bomberos y personal y maquinaria de Servicios Urbanos. 

Una vez cercado el sitio, la cartera municipal, encabezada por su titular Sebastián Cantenys, dio la orden para el uso de una retropala que terminó de desmoronar ya sin personas en las inmediaciones la obsoleta estructura. En este accionar también tuvo a los Bomberos utilizando su máquina habitual de corte para suprimir los alambres que quedaron colgando desde la azotea mientras la retropala sostenía desde abajo la peligrosa estructura pendiente.

Fue un accionar en general bueno y rápido de las autoridades para dar solución al imprevisto. Pero ante este hecho, aunque no se hayan registrado accidentados, siempre es bueno poner de manifiesto -o en tela de juicio- el tema de las inspecciones a los edificios, comercios y hasta casas particulares de nuestra ciudad, teniendo en cuenta que si uno mira hacia arriba, podría pasar más a menudo.

Sin echar culpas, y hablando hipotéticamente del tema ya que en todo caso habría innumerables responsables si hubiese sido una tragedia, se sabe que el principal responsable en estos casos es el propietario. Pero hay que destacar que Rojas posee no solo en el centro edificaciones de muchísima antigüedad. No debe olvidarse es una ciudad con construcciones de hasta 1850.

Al respecto, consultado por el episodio el director de Obras Particulares del Gobierno local, arquitecto Cristian Torasso, explicó oficialmente que “hubo un derrumbe de un alero”, a lo que juzgó que “pudo haber sido por falta de mantenimiento o por la sobrecarga que tienen en muchos casos este tipo de estructuras que no están preparadas para soportar por ejemplo antenas o equipos de aire acondicionado”.

Según explicó el mismo profesional y funcionario del Gobierno, en este caso podría haberse dado por el filtrado de agua, al oxidarse el hierro y que provoca que el hormigón pierda resistencia. Torasso dijo que “es incomprobable a la vista, a una visión ocular, se ve que está todo pintado y perfecto, no hay plantas, no hay nada, pero son grietas que están”. Vale decir también que son lugares inaccesibles, solo para proteger del agua o como adorno de fachada.

“Las inspecciones se hacen cuando se realizan habilitaciones. Cuando todo local se habilita, se va al lugar pero es una visita ocular. Más que nada lo que se piden son las ampliaciones”, indicó Torasso, quien añadió que “la responsabilidad siempre es del dueño y el propietario es el responsable” ya que en el caso del comercio se habilita solo la actividad, que en este caso, como se sabe, es un bar.

Igualmente Torasso reconoció que es una buena oportunidad, más allá de que consideró que “fue una desgracia con suerte”, según propias palabras, para comenzar a mirar con más detenimiento el tema de las edificaciones, principalmente en las fachadas, porque cualquier pequeño desmoronamiento podría ocasionar importantes daños, principalmente el que más preocupa: las víctimas humanas.

Asimismo, el funcionario no habló de algo en concreto que se vaya a efectuar de ahora en más, sino más bien hizo un razonamiento general de la cosa. “Esto lo que sirve es para tomar conciencia de que hay muchos edificios viejos que no tienen mantenimiento acorde, porque no es simplemente pintarlo o colocar una membrana”, advirtió, aunque no habló específicamente de lo que tendría que ocurrir como buena medida para solucionar este tema.

Justamente, Torasso no hizo mención al hecho de que las habilitaciones tienen actualmente los vencimientos cortos o que no se implementa, por ejemplo, un sistema para inspeccionar los domicilios particulares de oficio, teniendo en cuenta que nadie toma conciencia de la gravedad del caso. Inclusive, reconoció que en todos los municipios las inspecciones son más que nada por salidas de emergencias y controles sobre seguridad, nada más que eso.

En este caso, desde ya que el lugar quedó clausurado, mientras que al dueño se le labró un acta para que haga inspeccionar por los ingenieros o profesionales correspondientes todo el edificio y de la garantía a las autoridades de que está sin otros inconvenientes teniendo en cuenta que se trató de una falta grave, que como se menciona no lo involucra únicamente.

“No nos había pasado durante la gestión algo similar, pero creo que sirve para analizar bien el tema. Insisto: no pasó nada, por la hora, pero es a tener en cuenta, sobre todo en los bares, en restaurantes, en lugares públicos donde hay mucha gente, habría que tomar con un poco más de seriedad el tema”, sentenció el funcionario. Por suerte Rojas solo fue un susto. Pero ciertamente la desgracia estuvo ahí.

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