Un hombre de 30 años que estaba a punto de ir a juicio por una tentativa de homicidio fue asesinado ayer a la madrugada justo enfrente del ministerio de Seguridad bonaerense, pero los investigadores están convencidos de que el crimen no tiene ninguna relación con aquel hecho, sino con un incidente absolutamente menor que se desencadenó un rato antes en un bar ubicado a pocos metros.
Por lo que figura en la causa, la víctima discutió con otros hombres dentro del local, de donde fueron retirados a la calle por personal de seguridad del pub que intervino ante el primer forcejeo. Ya en la vereda sobrevino la tragedia.
El autor del disparo todavía no fue identificado. Lo que se sabe es que escapó en un “auto negro y redondito, con dos mujeres que serían habitué del bar y al menos un hombre más”, dijeron fuentes oficiales.
Del criminal también se sabe que usó una pistola calibre 9 milímetros, por una vaina hallada en la escena y el plomo recuperado del cuerpo
Eran las 5 de la mañana cuando alguien llamó al 911 para avisar que un hombre había sido baleado en la esquina de 3 y 51, por lo que policías del CPC acudieron al lugar y al ver el estado de la víctima decidieron no esperar a que llegara una ambulancia. En el mismo patrullero la llevaron al hospital San Martín, aunque la urgencia no alcanzó para evitar las consecuencias de la herida.
Los médicos de la guardia que recibieron al paciente no pudieron hacer otra cosa más que certificar su muerte.
La víctima fue oficialmente identificada como Pablo Gustavo Duarte, de 30 años y con domicilio en la localidad de Melchor Romero, quien recibió un impacto de bala justo por encima de la tetilla izquierda. Los forenses recuperaron el proyectil ayer a la tarde, durante la autopsia.
EL TESTIMONIO
Enterado del caso, el fiscal Marcelo Martini convocó a los peritos de Policía Científica para que revisaran la escena y a los detectives del gabinete de Homicidios de la DDI La Plata para que reconstruyeran lo que pasó. Hasta ese momento no se sabía en qué circunstancias había sido herido Duarte.
Los policías se entrevistaron primero con Vanesa Duarte, de 33 años y hermana de Pablo, quien estaba con él, un cuñado y otros conocidos, cuando ocurrió el conflicto que -al parecer- desencadenó el crimen.
Todavía en shock, la mujer contó que esa madrugada habían ido al pub Hispano, ubicado en 4 y 51, como cualquier otra noche, en una salida de rutina.
Según su relato, su hermano destapó una botella de champagne, sin advertir que había salpicado a dos hombres que estaban al lado suyo.
“En ese momento se generó una discusión que dio paso a una pelea a golpes de puño”, explicó un jefe policial, lo que motivó que los custodios del boliche intervinieran para retirar a todos los implicados en el disturbio.
Vanesa notó que su hermano estaba entre los que echaron, por lo que en medio del tumulto salió a la calle. No lo vio enseguida. Y para encontrarlo tuvo que caminar unos metros hasta llegar a 51, casi 3, desde donde observó a su hermano tirado en la vereda, junto con su cuñado. Tenía sangre en el pecho, a la altura del corazón.
LA INVESTIGACION
La chica llamó al 911. Después llegó el patrullero; el traslado; y la noticia más terrible.
Con ese testimonio, los pesquisas salieron a buscar otros. Algunos se limitaron a confirmar el incidente dentro del pub, pero los más importantes fueron aquellos que sumaron datos sobre lo que sucedió en la calle. Alguien alcanzó a ver que Pablo y su agresor continuaron peleándose, hasta que este último fue a un auto del que tomó una pistola y disparó contra Duarte, a quemarropa.
Estos mismos testigos contaron que después del tiro el asesino se subió al mismo coche junto con otro sujeto y dos chicas que serían habitués en la zona, una de las cuales le preguntaba al tirador, en tono de reproche, “¿qué hiciste?”.
El vehículo, descripto como “negro y redondito”, se alejó del lugar derrapando. Por lo que dijo la Policía, nadie pudo aportar la marca, el modelo, ni la patente.
Los investigadores están convencidos de que podrían identificar al homicida si logran ubicar a las mujeres que se fueron con él. Y en eso están.
Mientras tanto, los peritos en balística peinaron la escena del disparo en busca de rastros. Y no tardaron en encontrar una vaina servida 9 milímetros “en la mitad de la cinta asfáltica, sobre la avenida 51, próximo a la calle 3 en la mano que posee dirección de la calle 4 hacia la calle 2, próximo al lugar donde los testigos indicaron que se habían producido los hechos”, precisó un reporte oficial.
El informe preliminar de la autopsia que se practicó en la tarde noche de ayer confirmó que ese elemento está relacionado con el caso, ya que el proyectil que retiraron del cuerpo es del mismo calibre.
CAMARAS, GARITA Y ARMA
Entrevistados todos los testigos y cerrados los peritajes, los efectivos se dedicaron a buscar cámaras de seguridad públicas y privadas, que han tenido un rol clave en muchas de las causas recientes. No parece ser el caso.
Aunque el crimen ocurrió al lado de una garita y enfrente del ministerio de Seguridad, allegados a la pesquisa admitieron que “sobre 51 hay una sola cámara y es de un instituto”, de modo que hasta el martes resultará complicado visualizar el material. En el edificio de Seguridad no hay ninguna y la garita “hace rato que está vacía”, dijeron los mismos voceros.
Los policías pidieron también la filmación de las cámaras del bar, esperanzados con ver a los protagonistas del incidente. Tampoco tuvieron suerte. Al parecer, el disco rígido de esas cámaras “estaba lleno y no quedó registro”, dijo un pesquisa.
RUMORES
Una de las pistas que se investigan es la posible participación de un policía en este hecho. Las fuentes aclararon que “es uno de los tantos rumores que se escucharon en el lugar, aunque no hay ningún elemento concreto que lo sostenga”.
El calibre del arma homicida no es un dato menor, ya que es el de las pistolas reglamentarias, como también es cierto que es uno de los más populares en el mercado negro.
Si se hubiera implementado el proyecto para registrar todas las armas de las fuerzas de seguridad, de modo de cotejar las improntas de cualquier proyectil (que cada cañón imprime de un modo único, como huellas dactilares) sería fácil descartar o confirmar esa sospecha. Pero por ahora eso no es posible.
El caso quedó caratulado como “homicidio simple”.