Egipto protesta contra concentración de poder

Una vez más, la Plaza Tahir del Cairo es el escenario de protestas contra el régimen. Este fin de semana, no se trata ya de Hosni Mubarak o del Consejo Militar, sino de manifestarse en contra de las decisiones del nuevo presidente. Los manifestantes rechazan el decreto constitucional de Mohammed Mursi, que le confiere un poder prácticamente ilimitado.

Manifestación en la Plaza Tahrir, en El Cairo. (23.11.2012).

“No” a un emperador

“Si aceptamos esto, será nuestro fin. Está uniendo el legislativo, el ejecutivo y el judicial en una sola mano. Se ha convertido en un emperador”, advierte Schahier, un joven de veinte años, liberal como muchos de los que protestan.

La manifestación del viernes estaba planeada desde hace días para oponerse al curso tomado por el gobierno de Mursi y a su asamblea constituyente, conformada casi exclusivamente por islamistas. Aunque el decreto se sumó a los motivos de la planeada protesta, para muchos fue el resorte que los sacó a la plaza. A la noche sumaban ya decenas de miles y muchos se quedaron hasta el sábado. Amaneciendo, la Policía los evacuó con gases lacrimógenos. “Nos prometieron muchas cosas y no hay ni una sola que hayan cumplido. Mi confianza ha llegado al cero”, denuncia Tarek Nassar, un hombre de más de sesenta años para quien ahora los Hermanos Musulmanes no son más que mentirosos y fascistas.

Desconfianza hacia los Hermanos Musulmanes

“Abajo los Hermanos Mulsulmanes” es el lema que llena la Plaza. Incluso hacia los aspectos más positivos del decreto de Mursi la desconfianza es grande. La destitución del Fiscal General , nombrado cuando Mubarak todavía estaba en el poder, fue una de las exigencias de los revolucionarios liberales. “No creo que hayan sacado al Fiscal General para avanzar en el proceso revolucionario, sino porque no les sirve”, afirma Schahier. Incluso sospecha de los nuevos juicios contra miembros indultados del anterior régimen: se los acusa de asesinato a manifestantes. “Que reabran los casos es quizás una buena cosa; pero todo lo otro hace me lleva al escepticismo”, subraya Schahier.

Muchos de los manifestantes pertenecen a la clase media alta de Egipto. Hablan inglés, visten bien y han hecho estudios superiores. Los más jóvenes simpatizan con los numerosas movimientos y partidos liberales. Todos éstos se oponen al nuevo decreto de Mursi y lo hacen ver. Abdul Bar Zahran, por ejemplo, es funcionario del Partido de los Egipcios Libres. Bandera en mano condena el decreto de Mursi y critica que la constitución prevea la inmunidad de la Asamblea Constituyente y que evite que el Tribunal Constitucional pueda disolverla: “Exigimos que se disuelva esa Asamblea, pues no representa a todos los egipcios. No representa ni a las mujeres, ni a las minorías, ni a los cristianos, ni a los liberales; tampoco a los revolucionarios”.

Hermanos Musulmanes, también en acción

A 50 metros se ven las columnas de humo que han levantado los gases lacrimógenos. Desde hace días se vienen librando batallas callejeras entre jóvenes manifestantes y la Policía. Nadie sabe muy bien quién empezó esta nueva ola de violencia en la avenida Mohamed Mahmoud. Entretanto las piedras vuelan de un bando al otro. Desde las ventanas de un edificio escolar aledaño, los policías han tirado a la muchedumbre en los últimos días todo lo que encontraron a su paso. Uno de los manifestantes perdió la vida. La línea divisoria entre éstos y los de la Plaza Tahir se difumina.

La policía ha dispersado a los manifestantes con gases lacrimógenos.

No se sabe si la protesta del viernes tendrá éxito. “Esperemos lo mejor. El problema radica en que los Hermanos Musulmanes pueden movilizar la misma e incluso mayor cantidad de gente”, estima un realista Schahier. Y eso fue lo que hicieron: delante del palacio presidencial convocaron a miles de salafistas y miembros de los Hermanos Musulmanes para mostrar apoyo al decreto de Mursi. Entretanto, no queda claro si los manifestantes seguirán ocupando la Plaza Tahir; numerosos grupos políticos han anunciado un “sit-in” que se prolongará hasta que el decreto sea anulado. Si así fuera, la presión sobre Mursi aumentaría; desde otras provincias también se informa de protestas. En Suez y Alejandría, a las oficinas del Partido de la Libertad y la Justicia de los Hermanos Musulmanes se les ha prendido fuego.

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