Agentes de la Policía Científica y del Grupo de Homicidios retomaron ayer por la mañana la investigación abierta por la muerte de Luis Rocaful Gutiérrez, el hombre de 63 años que, tras permanecer el pasado martes cerca de 20 horas atrincherado en el bar Maxi 2 con un revólver, se quitó la vida cuando los policías habían comenzado el asalto del local con gases lacrimógenos. Los agentes decidieron intervenir pensando que la irritación causada por las emanaciones le harían salir del establecimiento.
Pero Luis Rocaful, empecinado en su actitud, no buscó aire respirable en la calle, sino que se metió en una despensa pensando, quizás, que allí se protegería de sus efectos. No fue así ya que, aunque más lentamente, los gases también llegaron hasta el habitáculo. Sin embargo, no tuvieron nada que ver con su muerte, como confirmaron ayer fuentes de la investigación, sino que esta se produjo como consecuencia de un certero disparo que él mismo se descerrajó en la sien.
La Policía está indagando la procedencia del revólver que Luis Rocaful había conseguido en el mercado ilegal (lo tenía desde hacía unos meses, como explicó el día de los hechos su excompañera sentimental), y si este había sido robado anteriormente o usado en algún otro hecho delictivo.
Paralelamente, los funcionarios estuvieron ayer durante horas inspeccionando el local, ya que cuenta con dos plantas y la de arriba, en la que se atrincheró, está dividida en distintas estancias, como sala de billar, comedor, oficina y una habitación con cama.
A pesar de las horas transcurridas desde el asalto, acometido a las 18.00 del martes, los agentes tuvieron que emplear mascarillas para poder acceder y se vieron obligados a recabar el auxilio de los Bomberos de Zaragoza, que trasladaron hasta el lugar un presurizador para introducir aire y forzar la ventilación del establecimiento, tarea que se prolongó desde las 13.00 hasta las 18.30.
Amplio atestado policial
Las fotografías y las muestras recogidas en el lugar por los funcionarios serán incorporadas al amplio atestado que será remitido al Juzgado, en el que se explicará pormenorizadamente toda la actuación que llevaron a cabo para intentar que Luis Rocaful depusiera su actitud y el desenlace posterior. Por su parte, los forenses del Instituto de Medicinal Legal de Aragón practicaron ayer la autopsia al cadáver y tomaron muestras de su sangre, que fueron enviadas al laboratorio para que revelen si el finado estaba bajo los efectos del alcohol o de alguna otra sustancia. Esta circunstancia es importante, puesto que las personas que pudieron escuchar perfectamente las conversaciones entre Luis Rocaful, sus familiares y el negociador de la Policía señalaron que tenía la voz «pastosa», como de haber bebido y en ocasiones parecía que se había quedado dormido.
«Yo lo conocía porque iba a menudo por el bar y, aunque tomaba alcohol, nunca lo vi borracho. Era un tipo más bien serio y reservado y con los clientes hablaba poco. Estaba sentado fuera de la barra y la que llevaba el negocio era su amiga Fátima.Pero ayer (por el martes) parecía que iba cocido», manifestó ayer un vecino.
Durante todo el martes pudo presenciar el trabajo de la Policía y destacó la paciencia que tuvieron los agentes y el poco interés por resolver el problema que, aparentemente, mostraba Luis. «Tardaba mucho en responder y pasaba de lo que le decían. Sobre las tres de la tarde se oyó un ruido fuerte y le preguntaron qué había pasado. Dijo que nada, que se le había caído la pistola», explicó esta persona, que prefirió no identificarse.
El Juzgado de Instrucción encargado del caso, tras conocer los preliminares de la autopsia, autorizó ayer la entrega del cuerpo del fallecido a la familia.