Lourdes Durán

Primero fue el cine Capitol, le siguió recientemente el tiovivo y ahora sobrevuela la negra sombra de una nueva desaparición en la vivaz plaza Fleming. El bar Milán echa el cierre este viernes 21. Los hermanos Blasco Bonnín, Juan y Xisco ya alcanzan la edad de la jubilación y como expresa elocuentemente el primogénito, “estoy contento y a la vez me da pena”. Del tema de la posible demolición denunciado por el grupo Més no quiere hablar, pasa por él de puntillas.

Son décadas sirviendo desayunos, comidas y el siempre consolador carajillo en tardes de dominó, cartas y otros juegos de mesa. Desde que Juan acabó el servicio militar a sus 22 años y decidió tomar las riendas del Milán han pasado cuarenta años. Desde el principio, contó con su hermano pequeño. Y así hasta el final, este viernes 21. “¡Somos como un matrimonio, pero nos salva que tenemos dos turnos!, ríe el pequeño. Su madre, Catalina Bonnín, ha sido clave en la buena marcha de este bar de un barrio del Ensanche con mucha garra.

“Tiene 92 y aún sigue viniendo al bar con su sillita de ruedas”, recuerda Juan. Ella cocinaba las tapas. En los ochenta los Blasco Bonnín colocaron una máquina de churros para tomar con chocolate. En los fogones también estuvo Antonia Ferrer, mujer de Xisco.

El bar Milán ha sido muy trasegado. Tiene una historia larga en la que ha cambiado de manos en varias ocasiones. Fue Mestre Perico, así se le conocía en el barrio, quien abrió el primer local bajo el nombre Select. “Él venía de Francia, y me imagino que le quiso dar un nombre con clase”, sospecha Juan Blasco. Cuenta como en la Guerra Civil se hacían bailes con los aviadores de las tropas italianas y aquí venían las jovencitas acompañadas por sus madres”. Aquel Select amplió espacio y se dedicó a servir bodas, comuniones y bautizos. “Era tipo granja y se servían chocolate, ensaimadas, cuartos y helados de almendra”.

Llegarían nuevos dueños pero Juan no recuerda el nombre, sí que se formó un grupo de petanca, Las Campanillas, y otro de pesca deportiva y de submarinismo al que le pusieron C.I.A.S. “Tuvo mucha clientela, y entre ella, venía a menudo el campeón del mundo de submarinismo Sebastián