La esquina de la calle General Herrera y la avenida Macario Dorado se convirtió ayer en el punto negro del encierro de Fernán Caballero. En ese lugar, en la entrada del bar que sirve como improvisada glorieta triangular en el recorrido de este encierro, declarado de Interés Turístico Regional, los toros Angustioso y Caraserio rompieron la tendencia de los últimos años y llevaron al balance de incidencias del encierro fernanduco dos heridos por asta de toro, dos cogidas en apenas media hora que hicieron por unos momentos que el griterío que acompaña a esta singular celebración se tornara silencio. Primero, un joven que no encontró refugio a tiempo en el interior del bar, debido a la cantidad de gente que se acumulaba en la puerta, fue corneado en el muslo derecho y zarandeado por uno de los toros. Minutos después, en el mismo lugar, uno de los astados introdujo un cuerno en el vallado alcanzando a otro de los mozos que seguía el encierro desde la entrada del bar, demasiado cerca de la reja.
Ambos mozos tuvieron que ser trasladados al hospital. El primero sufre una cornada con entrada y salida en el muslo que, por fortuna, trazó una trayectoria limpia que no dañó vasos importantes. Al cierre de esta edición, según fuentes del Sescam, se encontraba estable y pendiente de bajar a los quirófanos del Hospital General Universitario de Ciudad Real. El otro mozo sufrió una cornada de doce centímetros que tampoco afectó a vasos importantes, a pesar de la aparatosidad que mostró en un primer momento, y también tuvo que ser trasladado al centro sanitario.
No fueron los únicos incidentes de una tarde que, sin embargo, resultó una fiesta para casi todos. Diez minutos después del tercer cohete que marcaba la salida de los toros, un mozo también tuvo que ser atendido por la ambulancia que prestaba asistencia en el encierro después de golpearse la cabeza contra una de las talanqueras que delimitan el acceso del público al recorrido.
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