Natalia RAMOS | AFP
Una madre que perdi a su nico hijo; un joven que se salv de ser otra vctima: en una favela de Sao Paulo an retumba el recuerdo de esa noche violenta, hace apenas una semana, en la que 18 personas fueron asesinadas a sangre fra.
Los vecinos de la favela Munhoz Junior sienten terror y tristeza al recordar los disparos que oyeron la noche del jueves 13 cuyos presuntos autores son policas.
Al salir a la calle, en medio de gritos y llantos, se encontraron con ocho cuerpos baados en sangre en el suelo de un pequeo bar.
Corrieron a avisar a los familiares de los hombres asesinados, todos viejos conocidos de esta barriada de la ciudad de Osasco, en la regin metropolitana de Sao Paulo.
“Cuando me dijeron que le haban disparado yo no entenda nada. Baj corriendo, lo vi ah en el suelo, alcanz a recibir ayuda pero no resisti. Me mataron a mi nico hijo”, cuenta a la AFP Zilda de Paula, de 62 aos.
“Era un hombre bueno”, aade con una tristeza contenida.
Fernando Lopes de Paula, de 34 aos, muri junto a otras siete personas en ese bar de la favela. Estaban bebiendo cervezas cuando un grupo de hombres armados y enmascarados irrumpi en el lugar, los hicieron levantarse y los ejecutaron, segn las imgenes registradas por cmaras de seguridad.
“Yo pude ser uno ms de esos muertos. Ese da me fui un poco antes a mi casa y en diez minutos perd a ocho amigos”, recuerda Anderson da Silva, de 35 aos. Est desempleado y dice que varios das de la semana los pasaba con sus amigos en ese lugar.
Los otros diez asesinatos se registraron en varios puntos de Osasco y del vecino municipio de Barueri, todos en un lapso de pocas horas.
Familiares y amigos organizaron el jueves por la noche una ceremonia para recordar los siete das desde esa matanza en Sao Paulo, la mayor ciudad brasilea. Sacerdotes catlicos, un pastor evanglico y un representante del candombl, culto afrobrasileo, lideraron el ritual realizado en plena calle, afuera del bar, bajo la luz cenicienta del alumbrado pblico.
– “Estamos con miedo” –
Varias decenas de participantes oraron e hicieron una pequea caminata pronunciando en voz alta el nombre de cada uno de los muertos.
“Dios es vida, no es muerte, y l no quiso que esto pasara. No olvidemos, para que esto nunca ms ocurra en nuestra periferia”, dijo con vehemencia el sacerdote mexicano Martn Islas, que vive hace 20 aos en Brasil y realiza trabajo pastoral en comunidades pobres.
“Queremos justicia, as como queremos educacin y trabajo. As como tambin queremos paz”, agreg en medio de aplausos.
Afuera del bar, que est clausurado, hay unas macetas con flores, algunas velas encendidas y varios carteles que recuerdan a los asesinados. “Slo pedimos paz, aunque eso sea un sueo”, dice uno de los letreros sobre la pared despintada.
“Nadie se preocupa por nosotros, aqu estamos olvidados. La polica no nos cuida, nunca patrulla, tenemos que cuidarnos entre nosotros”, dijo una de las vecinas, que no quiso dar su nombre.
Lais es una estudiante de 20 aos que vive cerca. No dio su apellido, pero s quiere hablar.
“Tenemos miedo, pero si nadie habla cmo vamos a cambiar esto?”, se pregunt. “Ya ha pasado muchas veces antes, sabemos que cuando matan a un polica esto puede pasar”, aadi.
La principal hiptesis de las autoridades paulistas es que se trat de una venganza por la muerte de un polica y de un guardia civil das atrs. En la investigacin participa tambin la Fiscala de Sao Paulo y hasta la oficina de denuncias de la propia polica militar.
Ya hay al menos 10 sospechosos.
Analistas recuerdan que la polica militar de Sao Paulo es muy letal y que ha heredado mtodos de la larga dictadura que termin hace 30 aos. Slo en 2014 unas 700 personas murieron en operativos, segn cifras oficiales. Eso sin contar las matanzas en las que podran haber participado “grupos de exterminio” formados por agentes policiales activos o retirados que buscan venganza por mano propia, alertan expertos.
“Y estamos desamparados ante esas acciones deliberadas de venganza”, dice Carlos Silva, un activista de la juventud de las periferias brasileas que particip de la conmemoracin.
Los vecinos de Munhoz Junior cierran su caminata. Antes de terminar la ceremonia elevan el tono de sus discursos y sus demandas, hasta que terminan gritando en una sola voz: “Justicia, justicia!”.
LAL