POR CARLOS RUIZ VILLASUSO
MADRID, Esp.- No existe pueblo o ciudad que no tenga un “Bar Manolo”. Va en el gen del español tener ese bar de referencia que, sea como sea, siempre está ahí y es el que hay. De igual manera, no existe festejo, por soporífero que sea, que no tenga su triunfador, real o virtual. Y así fue la tarde de hoy. Todo, a partir de una novillada partida en hierros de Guadaira-Montealto, seria, enseñando las puntas más propias de una corrida de toros, y con poco o nada aprovechable en una tarde así. Novillada que no era la mejor, pero era la que había. Y con ella hubo un triunfador real: se llama Gonzalo Caballero. El lote de Posada de Maravillas fue a contraestilo del que quiere torear bien y Román entró al “Bar Manolo” a pedir café y le dieron achicoria.
Gonzalo Caballero tiene, como ha de ser, hambre. Es un novillero cada vez más puesto, con más sitio, pero con la incesante ambición del que debuta. Esa combinación le permite salir reforzado en días así, porque a Caballero no le pesa arrimarse, ni le pesan las grandes plazas. Se maneja con soltura de algo más que novillero y por ello vio pronto al segundo. Era un animal de series cortas, de poco fondo, de no romperle pronto. Lo hizo bien, con un inicio muy encajado, gustándose. Acostumbrados a sus exhibiciones de valor, hoy además acertó a dar su imagen más templada, muleteando con gusto. Pero era tarde de frío en las gradas, posiblemente por la “sustitución” de titulares de abono por algunos primerizos. Con todo, Caballero remató con bernardinas antes de una estocada que quedó en media y que, de haber sido más acertada, podría haber significado una oreja. Ovación de las que no le valen a un tío con hambre. El quinto, de Montealto, fue un ejemplar amplio y pronto se vio que carente de material con que ilusionar. Muy bruto siempre, soltando la cara. Gonzalo Caballero lo intentó con sinceridad, pero pronto habría de ver que todo era cuestión de pasaportarlo rápido. Con un novillo así no sirve ni el hambre.
Plaza de toros de Las Ventas. Decimoctava de San Isidro. Alrededor de tres cuartos. Novillos de Guadaira, peligroso el 1º, a menos aunque noble en la muleta el 2º, noble el 3º y Montealto (4º, sin fondo; 5º, muy deslucido, y 6º, muy apagado). Román, silencio y silencio; Gonzalo Caballero, ovación y silencio, y Posada de Maravillas, silencio y silencio.