Hace diez años que, por orden judicial, cerró el bar La Barra en la calle Riego de Agua. Con ese cierre se quedó sin actividad un bajo dedicado a la hostelería desde antes de 1928. Las mesas de mármol, las sillas y algunos de los empleados y los clientes se han trasladado a un bar llamado igual, pero que está en el lateral de la calle Juan XXIII
“Parece una broma, pero cerramos el 28 de diciembre de 2004. Fue un día muy triste, porque no sabíamos qué íbamos a hacer después y porque algunos ya llevábamos veinte años en el bar”, explica, desde detrás de la cafetería La Barra, uno de los dos responsables del negocio, Juan Carlos García. Cuando una sentencia les obligó a dejar el bajo de Riego de Agua, los empleados estuvieron “algo más de un año” buscando una solución. Entonces, un primo de Juan Carlos García decidió abrir una cafetería muy parecida a La Barra, con el mismo nombre, a pocos metros de donde había estado la original.
Y se instalaron en un lateral de la iglesia de San Jorge, en Juan XXIII. “Las mesas de mármol y las sillas son las mismas que ya había en Riego de Agua. ¿Quién sabe los años que pueden tener? Más de cuarenta, porque ya estaban cuando el bar se llamaba Correos”, explica García. Y es que La Barra, de Riego de Agua, abrió en 1962, pero antes, en 1928, 18 empleados de Correos ya habían convertido el local en un negocio de hostelería y con aportaciones de una peseta levantaron la cafetería Correos. Cuenta García que, antes de esta experiencia empresarial, en el bajo había habido otro bar, llamado Miño.
“Cuando abrimos aquí, una parte de la clientela se vino con nosotros, no toda, pero un 30 o un 40%, sí y aquí siguen”, relata García, mientras sirve cafés aderezados con güisqui, algún que otro chupito de licor café y una infusión en vaso grande. “De momento nos va bien”, dice, y describe a sus clientes como “de la familia”, porque, aunque se sienten en mesas individuales, ninguno está solo.
Rosa Sánchez se declara de ese tipo de clientes, de las “de casa” porque todos los días, antes de ir a trabajar se toma su café en La Barra. Es una costumbre que ya tenía hace diez años, cuando existía el antiguo bar, en Riego de Agua. “Mira que hay cafeterías por aquí, pero siempre vengo a esta. El café está muy rico y a buen precio. Aquí siempre hay muy buen ambiente, aunque todos seamos diferentes”, comenta Sánchez, a punto de empezar ya el turno de tarde.
En las paredes hay reliquias enmarcadas como un tablero de parchís porque, para los habituales de La Barra, las mesas de mármol han sido testigos pétreos de innumerables horas de partidas. “Aquí se juega mucho a las cartas y al parchís”, dice Juan Carlos García, que mantiene esa tradición del antiguo local de Riego de Agua. Ahora que el bar tiene dos empleados -uno de ellos ya trabajó en la vieja La Barra- a García le gustaría que siguiese abierto cuando él se jubile y que los vecinos puedan seguir yendo a tomar sus cafés con leche, sus zumos y sus chupitos mientras releen el periódico, apoyados en las inmortales mesas de mármol.