La crisis dispara la apertura de restaurantes y bares en Cantabria …

Los ingresos de los hosteleros se han reducido a la mitad en los cinco últimos años pero el número de establecimientos ha aumentado. Hay 200 bares más que en 2009, 120 nuevos restaurantes y 24 cafeterías de nuevo cuño, según datos de la Dirección General de Turismo del Gobierno de Cantabria. En parte, hay una explicación sencilla: en época de crisis muchos despedidos que han sido indemnizados optan por abrir locales hosteleros, porque creen que es un negocio que pueden desarrollar bien y obtener beneficios. Pero no siempre es así.

Los 2.389 bares, 1.262 restaurantes y 362 cafeterías que a finales del año pasado tenía Cantabria aportan 13.000 empleados que en temporada alta llegan hasta 18.000, según se explica desde de la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria (AEHC). Los autónomos del sector son 16.000.

A fecha de diciembre pasado en Cantabria había 2.389 bares, doce más que en 2012. Y 1.262 restaurantes, cuatro más que el año anterior. Solo se redujo el numero de cafeterías, en dos. También bajaron las agencias de viaje, en cuatro, fruto de la profunda crisis que está atravesando el sector. Y aumentó, en veinte, el número de empresas dedicadas al turismo activo: rafting, canoas, kayak, descenso de barrancos, espeleología, puenting, paintball, senderismo, escalada… la nueva forma de diversión que demanda el público. El incremento de estas empresas es notable. En el año 2009 solo había 85. El año pasado llegaban a las 153.

Hasta el propio presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria, Emérito Astuy, se sorprende del incremento de locales hosteleros. «Ya no hay negocio para todos y siguen abriendo locales», exclama. Para muchos jóvenes o personas de mediana edad «es una salida fácil abrir un local hostelero. Se piensan que es un trabajo sencillo, que se gana dinero rápidamente, pero es un negocio en el que se trabaja mucho, sin límite de horas, sin fines de semana y sin festivos libres. Es un trabajo muy duro y muchos no lo soportan, porque el problema es que no todo lo que entra en caja es ganancia, hay muchos impuestos y pagos generales, y no tienen formación empresarial en hostelería. Hay que saber de contabilidad, de rendimientos y de marketing. Y hay muchos momentos de mucho trabajo y de poco».

Marcar la diferencia

Y llegan los cierres «cuando muchos nuevos hosteleros ven que no es lo que esperaban; pierden dinero, cierran y dejan muchos “cañones”. Eso es muy negativo para la hostelería de la región». La falta de “profesión” en el sector hace que muchas personas que pusieron sus esperanzas en el negocio hostelero no puedan sobrevivir en el tiempo. Se están viendo ya cierres en lugares céntricos en el primer trimestre del año.

¿Sobran negocios hosteleros en Cantabria? «No lo sé, sinceramente. Lo que está claro es que el rendimento ha bajado a la mitad que hace cinco años. Solo sobrevivirán los locales que ofrezcan algo diferente. Las ideas nuevas saldrán adelante. Lo indefinido, el local de siempre que no ha sabido adaptarse ni renovarse no tiene futuro. Ya están soportando grandes dificultades».

Tampoco se abrirá ningún hotel nuevo, «porque con un 33% medio de ocupación a lo largo del año y unos precios que no pasan de los 60 euros de media nadie se atreverá a abrir nuevos hoteles en Cantabria en los próximos años». En Cantabria hay 247 hoteles, 52 hostales, 304 pensiones, 156 apartamentos turísticos, 48 campings y 625 alojamientos rurales. El 20% de los hoteles (41 del total) están en Santander. La capital cuenta con 10 hostales y 43 pensiones.

Para Santiago Recio, director general de Turismo del Gobierno de Cantabria, el sector hostelero regional «sigue muy vivo. Ha tenido que realizar ajustes y está muy preparado para salir de esta situación. Los establecimientos hosteleros se han mantenido y consolidado. No hay escasez, no sobra nadie, pero está claro que es el momento de consolidarse, no de crecer». Recio apuesta por el optimismo «porque los datos de 2013 y los primeros que tenemos de 2014 hablan con claridad de la recuperación del turismo y de que aumentan los visitantes españoles, que son el 80% de nuestros turistas». Y esos visitantes y los locales «quieren calidad en los servicios hosteleros. Ahí está el reto, en mantener la calidad porque los consumidores cada día son más exigentes. Así que tanto las administraciones como los empresarios apostamos por la calidad. Es labor de todos. Hay que aprovechar las oportunidades para creer económicamente y crear empleo».

En cuanto al aumento de las empresas de turismo activo, Recio cree que crecerán más «porque el visitante pide algo más, pide experiencias nuevas que le dejen una huella que transmitirán a otros visitantes»

La concejala de Turismo de Santander, Gema Igual, recuerda que «el sector hostelero es uno de los motores turísticos de la región y es muy importante en Santander. Está formado por grandes profesionales. Cuando los turistas vienen a Santander conocen no solo las bellezas de la ciudad, sino también su gastronomía gracias a los hosteleros. Muchos se han reciclado, introducen continuas novedades y se ponen al día y ahí estamos también desde el Ayuntamiento de Santander, apoyándoles con nuevas ordenanzas para las terrazas». Igual, cuyo primer trabajo «mientras aún estudiaba» fue de recepcionista de hotel, conoce bien el sector hostelero «que es imagen de la capital de Cantabria, donde se concentra el mayor número de establecimientos y que dan gran vida a la ciudad».

Arriesgar para ganar

Uno de los nuevos empresarios de hostelería en Santander es Samuel Gutiérrez Sánchez, de 24 años. Desde los 19 está metido en este mundo, primero en “La Frontera” (en la carretera Cueto-Monte) y luego en el “Camorín “(Bezana). «Llevaba tiempo en el paro y en febrero abrí mi propio bar. No es el mejor mes, pero fue el momento y lo aproveché. Para montar su “Escalera 41”, en la calle de San Celedonio, «invertí 15.000 euros de mis ahorros. Sí, es un dinero, pero si no arriesgas no ganas. Así que me lancé. El negocio está bastante flojo entre semana y se anima de jueves a domingo». Para atraer público este joven hostelero ofrece actuaciones en directo los viernes y «es lugar de encuentro de músicos». Su público es «gente desde los veintitantos a los cincuenta», ofrece copas hasta la madrugada y algo de cocina: «Tenemos croquetas, rabas, queso picón, pizzas y patatas bravas. Al principio es duro, muchas horas de trabajo…»

Bernar Ruiz es uno de los jóvenes hosteleros a quienes les fue mal. En Semana Santa de 2013 abrió su pub “La Luna” en el pasadizo Zorilla de Santander y lo cerró seis meses después. «Invertí 20.000 euros y lo traspasé por 9.000. Con la cantidad de pagos, impuestos y 600 euros de la renta del local no daba para mantener un negocio. Y, además, está la falta de facilidades del Ayuntamiento. Un día, a las tres de la mañana y cinco minutos, y con el bar cerrado y dos personas esperándome para irnos, la Policía Local aporreó la puerta y me metió 600 euros de multa por excederme en el horario».

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