Se congela la imagen, su equipo ha marcado un gol y figura retenido en el aire, a medio camino entre levantarse de su cómodo sillón o superar a Baumgartner y su salto estratosférico.Ése es el fútbol, el deporte patrio cargado de recuerdos, historias, colores y sentimientos, pero ante todo una disciplina que saca el lado más visceral de los seguidores.
Tras la barra del bar se mezclan los que vieron jugar a López Ufarte, las féminas que suspiraban con Fernando Redondo, los que intercambiaron cromos de un Vicente del Bosque que soñaba con ser seleccionador, los hijos que nacieron el año de “Naranjito” y las familias que juntas celebraron los éxitos del Almería. Pero es dentro de la barra del bar donde figuran los auténticos entendidos, aquellos que enumerarían un once a base de apodos como El Pirata, La Perla, Rey León, El Tanque, Pequeño Diablillo, El Príncipe o Tarzán.
Bienvenidos Hay quien sólo busca lucrarse pero son muchos los que, tras el “pasen”, empujan la puerta para ofrecer algo de sí mismos. Es el caso de los propietarios de los bares que forman parte de esta peculiar ruta deportivo-gastronómica.
La historia de Los Pescadores se remonta a 1920. Jerónimo Fernández, su propietario, desconoce el año exacto de apertura, pero le consta que en esa fecha lo regentaba su abuelo. Este antiguo corresponsal de la Crónica en los ochenta, ha convertido el local en una parada obligada para todo amante del fútbol. Al escucharlo uno tiene la sensación de estar frente a un Maldini almeriense en potencia. Datos, fechas, hitos, copas, toda información es poca para Fernández. Pero la mayoría de esos recuerdos y hazañas tienen como protagonista a un jugador: Julen Guerrero. Los Pescadores, ubicado en Roquetas de Mar, no es el único lugar de culto para todos aquellos que celebraban los goles de El Perla, el almeriense también regenta una Peña dedicada al jugador.
A propósito del ambiente que allí se respira y de su decoración ninguno de los objetos está colocado por casualidad o para seguir las directrices del Feng shui, todo aquello que es tangible, tiene parte de historia. Junto a los recuerdos de Julen Guerrero se encuentran cientos de estampas de santos, una costumbre que mantiene por su madre, que reservaba un rincón del local para colocar las imágenes que le regalaban.
Pero el guiño materno no es el único. La sonrisa se la saca el recuerdo de su padre. Un calendario del Real Madrid da paso a la cocina. Fernández, entre risas “da explicaciones”: “Mi padre era seguidor del Real Madrid, los de la Peña me traen el calendario cada 2 de enero y tengo que ponerlo allí”. Acto seguido realiza un flashback recordando como se lo narraba al hermano de Julen Guerrero.
Museo En el bar de los Hermanos Cabrera (Aguadulce) tampoco se pierden las buenas costumbres aunque es fácil perder la cuenta de las bufandas que tienen expuestas en su establecimiento. Más de cien piezas, de equipos nacionales e internacionales, toman la planta de arriba del local. Como novedad sus propietarios amplían una segunda colección de camisetas.
En él han estado algunos jugadores como Piatti, Negredo y Dani Alves. Armando Cabrera lo tiene claro, también llevan al Almería en el corazón. Aunque si hay un lugar emblemático vinculado al Almería es la conocida Cafetería Pasa-T- de El Parador. Emociona el grado de compromiso que su clientela tiene con el club.
En la cafetería Scotia de Roquetas abogan por el juego del club blanco y no pierden el sentido del humor. A colación de la última copa de Europa el trabajador Luis Fuentes recuerda: “Ahí me abrazó mi padre y me dijo ‘niño cuánto te quiero’. Nunca se me olvidará porque vi a mi padre emocionado. El recuerdo lo tengo grabado”. En Scotia no sólo celebran los éxitos del Real Madrid, son conocidas las atenciones con sus clientes cuando juega la Roja.
Apuestas El toque azulgrana lo pone el bar de la Peña del Barcelona de Roquetas. “Es una peña de amigos” puntualiza María Martinez, su presidenta. “Yo soy del Barcelona desde que nací. Recuerdo ver los partidos con mi padre y mis hermanos. En mi casa había mucha afición mis hermanos también eran futbolistas”. Apela a la nostalgia al hablar de jugadores tan emblemáticos como Migueli aunque da un salto en el tiempo para contar anécdotas de la biografía de Xavi Hernández, su última lectura. Martinez destaca un momento vivido sobre todos los demás “un día muy especial fue la semifinal con el Chelsea”.
Próximo a la Peña se encuentra el Bar de Bernardo. Treinta años hace que Bernardo Pérez trabaja en este bar. “Soy sevillano, bético y del Gran Poder”, esquematiza aunque puntualiza su predilección por el jugador del Barca Leo Messi. La visita que más le emocionó a Pérez fue la de Antonio Biosca, defensa que jugó el Real Betis a finales de los setenta y principios de los ochenta. “Le trajeron unos clientes, aunque es de Almería parecía más sevillano que yo”, y añade que los dos comentaban “que el fútbol antes era una gran familia”.
El pique Lo que Nuestra Taberna (Aguadulce) tiene es mucho arte. Sus socios han ideado la mejor manera de estrechar vínculos, crear la asociación “Amigos de Nuestra Taberna”. Sobre el papel tiene sus propios estatutos, 31 artículos entre los que destaca su objeto: “Promover el buen ambiente y la camaradería entre sus miembros” y “fomentar la afición por el fútbol y la buena barra.”
Pero qué hay de las buenas amistades sin ese pique. Todas las semanas sus miembros juegan a la quiniela. Hasta ahí normal, pero la historia comienza a complicarse cuando “el que acierte cinco o menos de cinco paga 10 euros”. Con ese dinero celebran dos comidas coincidiendo con la primera y segunda vuelta de la Liga. Y el presupuesto este año es de nada más y nada menos que 1.800 euros. El motivo de tan ingente cantidad de dinero es simple, hay semanas en las que son penalizados casi todos, los veintisiete.