MARCO
REFERENCIAL PARA EL ESTUDIO DE LA VIOLENCIA
El cuerpo es
un documento histórico al cual hay que hacer hablar contextualizado en cada
época. Sus manifestaciones nos conducen a considerar un sin fin de elementos
políticos, ideológicos, morales, religiosos, sexuales, económicos, es decir,
culturales.
El cuerpo encarna sentimientos y pensamientos históricos como el papel en la
tinta. Nos revela de condiciones ideológicas y tratamientos culturales sumamente complejos.
Es un lienzo al cual hay que
decodificar para comprender las condiciones del entorno y las presiones
políticas, a los cuales se encuentra expuesto y, es exponente dialéctico.
El cuerpo es un documento histórico y
social en que se han escrito y pintado las relaciones de poder y las formas de
control, tanto de tiranos como de los
gobiernos democráticos y republicanos. También de las instituciones religiosas
y de grupos de poder económico.
Al cuerpo se le ha venido controlando
de “mil maneras”. Colocándolo de rodillas como era el mensaje visual y
persuasivo antes de la muerte por la guillotina. Otra era el de desaparecerle
la realidad mediante el pañuelo en los ojos antes del fusilamiento; el de
arrodillarse al besar el anillo de monseñor
o príncipe
espiritual, anillo de mano derecha. Amén de las
“arrodilladas” de todas las religiones del mundo.
Al cuerpo se le ha hecho adoptar
actitudes, posturas y reverencias como parte de un poder que le exige también
sometimiento corpoactitudinal. Con esto, consiguiendo un sometimiento
psicológico y semiótico.
Los mensajes son miméticos y funcionan
desde una perspectiva un tanto oculta, consolidándose como verdaderos
metamensajes.
El cuerpo de la mujer ha sido vigilado
y castigado de diferentes maneras. Por ejemplo, cuando se casaba en la Edad
Media tenía que consentir el derecho de pernada. Otro, es cuando se le vigilaba
para calificarlo de cuerpo virgen o no, con valor o sin el. Una vez llegada la
primera noche y, la pareja dormían juntos, muy temprano eran visitados por los
“padrinos” o “notables”, para certificar físicamente de que la sábana había
sido testigo de la pureza y virginidad de la muchacha. Dicha prueba consistía
en encontrar “la macha de sangre del honor”. Esta era la que legitimaba más
allá del contrato civil o religioso.
También se llegó al
extremo de utilizar sábanas con orificios destinados a envolver los cuerpos
para cubrirlos y, sólo se realizaba el acto amatorio por dichos orificios telares.
La verdad es que el cuerpo es un gran demandante
de aceptación y amor desde el primer día que nace, incluso desde que se
encuentra en el vientre. Desgraciadamente en el mundo globalizado, en las
democracias modernas, el cuerpo se encuentra cada vez más cosificado, es un
fetiche dentro del universo consumista.
Hay cuerpos para vigilar y castigar, para la guerra,
espectáculos, deportes, experimentos, para repuestos de órganos, reproducción
de mano de obra, de contenedores o consumidores de alimentos chatarra, etc.
El cuerpo generalmente se encuentra cada vez más
deshabitado afectiva y amorosamente. No lo cuidamos, sino que lo contemplamos
como un depósito para llenarlo de comida chatarra, comida industrializada. Cada
vez lo envenenamos más y, lo triste del caso es que todavía pagamos por ello,
es la paradoja.
Existen ciertos procesos que involucran más al
cuerpo de las mujeres, puesto que quienes consumen mayor cantidad de drogas
legales como el valium o diazepam, son ellas. Mediante estas drogas se les
somete a una “calma social” y por ello, sexista. Es la “calma femenina” o la
“domesticación de las féminas”, quizá debería decir “la medicalización de
las formas voluptuosas”.
La medicina, psicología, psiquiatría, psicoanálisis,
se valen de terapias o de “aliviadores químicos” para hacer posible la
adaptación de las mujeres al mundo de los hombres, pero sobre todo, al poder en
general. También les podemos llamar “alivianadores femeninos”.
Así como la histeria (esta palabra hace alusión al
útero), embarazo psicológico, menopausia, entre más, se consideran patrimonio
patológico de la mujer. De tal forma que el válium y diazepám son calmantes por
excelencia para las mujeres, o parte de la “química femenina”.
La “mujer valium” o “mujer diazepam” se repliegan
contra su naturaleza, gracias a un tranquilizante institucionalizado por el
poder médico y demás poderes “del saber” como disciplinas controladas y
ordenadas por el Estado.
La “mujer diazepam” o valium, tiene que negarse
desde adentro, teniendo que adormecer su crítica o, sus derechos integrales.
La química se alía al poder del hombre para
domesticar, sobre todo con la destrucción de los rituales, tanto dentro como
fuera del hogar. Es decir, hacer domésticas a las mujeres en el sentido
destructivo, no del amor dentro del hogar. Poderlas adaptar desde el poder del
sistema deshumanizante, pasando por supuesto por la trituración del propio
hombre, con todas las implicaciones que eso conlleva.
Las posibles
agitaciones, revoluciones o, reclamos que pudieran emprender se les ahogan en
todo su cuerpo, se les distribuye en él en forma de calma, de tranquilidad, de
“Felicidad Cocacola”. El posible alarido histórico se le coloca silenciador
disciplinario.
Pero para los demás cuerpos también existen
tratamientos similares. Un caso concreto de “tolerancia médica”, es el del uso
de la seudodoefedrina, la cual no se encuentra sujeta a regularización legal en
México. Cualquier cuerpo la puede comprar. Existen otros datos oficiales
respecto a la “venta legal de drogas” por parte de la autorización del Estado.
Existen cuando menos 30 millones de mexicanos que consumen indiscriminadamente
medicinas contra el dolor, inflamaciones y diversas molestias. Estas prácticas
conllevan a otras enfermedades y padecimientos como gastritis, diarreas, intoxicaciones, fiebres,
envenenamientos, alergias y hasta la muerte. Es muy común el perforamiento de
los intestinos por estas causas.
Entre los medicamentos más utilizdos se encuentran
el naproxeno diclofenaco, ibuprofeno (no esteroides). El 52% que padecen dolor
y se auto recetan se les presenta sangrado por la boca o por el recto.
Este informe lo dio el integrante de las
asociaciones Mexicanas de Endoscopía Gastointestinal y de Cirugía
Laparoscópica.
Toda esa basura legal es en muchas ocasiones la que
inicia la drogadicción social más tarde.
El torrente circulatorio de la sangre se contamina
primeramente con las “drogas legales”, para después “brincar” a las drogas
ilegales. El mercantilismo farmacéutico es el responsable en gran medida de la
drogadicción social. Aquí en Sonora por ejemplo, reveló la Secretaría de Salud
que todas las drogas se han “disparado”.
Según las últimas encuestas nacionales de
adicciones, las drogas están entrando muy fuerte a las familias sonorenses. Así
por ejemplo, tenemos:
1988 1998
Cocaína 53.8
% 93.6 %
Heroína 13.1
% 30.4 %
Mariguana 78.7
% 84 %
Y ni qué decir de los últimos datos de años
recientes, los cuales comprueban los primeros lugares de consumo entre los
sonorenses.
Las tres principales causas de muerte en
adolescentes que son los accidentes, homicidios y suicidios se relacionan
directamente con el uso de drogas. Además, con muertes del corazón, tumores
malignos, accidentes, del hígado, cerebro, vasculares, homicidios y suicidios
(ver el Imparcial, miércoles 5 de noviembre del 2003).
Muchos de los drogadictos empezaron por la
intoxicación con el tabaco, alcohol y “medicinas” o “drogas legales”, amén de
todos los productos chatarras.
El cuerpo es materia prima del poder y, de su
necesidad de seguir acumulando el capital infinitamente, no importándole la
destrucción de los cuerpos.
Desde el
poder se pueden dejar morir, ciento o miles de cuerpos de hambre, o de
desesperación y ansiedad (vía drogas). Se pueden “producir” cuerpos desnutridos
o “cuerpos de pobres” (de sobrevivencia),” cuerpos peones” o, en su defecto,
cuerpos de ricos bien cuidados o también de ricos pero obesos. Unos se pueden
conducir al cementerio, otros a la despiadada explotación, unos más al gimnasio,
a dietas, médicos, farmacias para que adquieran tranquilizantes, tés, valiums,
diazepams, prozac, etc., todos tenemos
nuestra afiliación.
La historia de los cuerpos es la historia del poder.
Y la historia del poder es el relato de las formas de control de los cuerpos.
El orden social empieza a ordenar cuerpos, en darles órdenes diversas
y ocultas. Todo se encuentra cuadriculado ante el poder general. Al cuerpo se
le puede aplastar con la degradación de la autoestima o, se le puede elevar
mediante la consagración de aquella. Hoy existen procesos de producción de
degradación humana sin igual. Por ejemplo, el desempleo, el hambre,
alcoholismo, la democracia más cara del mundo o disimulada, el trabajo
enajenado (recuérdese “La Metamorfosis”
de Franz Kafka), la falta de dignidad humana o autoestima.
El propio abandono social de una cultura
afectiva-emotiva o solidaria verdadera, está ocasionando la pérdida de la
autoestima en los sujetos, lo cual conlleva a la producción de procesos de
autodestrucción y, de franco descuido al propio cuerpo. No importando drogarse,
alcoholizarse, fumar, consumir productos chatarras, desvelarse, etc., su camino
es el del cuerpo psicótico, la
violencia, el delito, la muerte.
Cuerpo masificado, cosificado, despersonalizado. La vida
se le presenta sin magia, sin misticismo, por lo que hay que recurrir a las
emociones inducidas de felicidad y goce, no importando que sea mediante drogas.
Se evade y se vive una realidad ficticia, porque el poder así lo ha
arquitecturizado.
Por otra parte, la deshumanización facilita la
rentabilidad del capital. Puesto que no encuentra resistencia en un humanoide
deforme, sin capacidad de pensamiento y, sólo con cuerpos pasivos, enfermos. Es en realidad un depósito
de basura, un gran contenedor de toda especie de productos industrializados,
contaminantes, un gran hijo consumista y apocalíptico. Así lo demuestran la
hipertensión, diabetes, sobrepeso, triglicéridos, colesterol, obesidad,
depresión, entre más.
Ahora bien, en Occidente desde que el niño nace se
le somete al dominio y violencia del cuerpo. Así si es niña se le perfora las
orejas para que de inmediato se le coloquen sus “arracadas” o aretes de “media
luna”; pero si es niño habrá que hacerle su circuncisión.
Al cuerpo se
le controla mediante el cloroforma, éter, xilocaína, ácido carbónico, incluso
se le puede “matar en vida” con alcohol, cigarros y drogas, tanto legales como
ilegales.
También, al cuerpo se le puede engañar mediante
objetos intrauterinos para evitar que se reproduzca, el poder dice cuando sí y,
cuando no. Se le puede inyectar para obtener el mismo fin.
El cuerpo puede sufrir cesáreas incluso, en contra
del deseo de la madre, sobre todo cuando existe de por medio seguro médico. Así
el doctor puede cobrar por su intervención de manera más sustanciosa.
La manipulación del cuerpo se ha cuadriculado, hoy
se le puede hacer mediante la fecundación in
vitro.
El cuerpo ha sido objeto de trafiques y franquicias
en diferentes épocas y culturas. Durante mucho tiempo, el cuerpo de la mujer se
“entregaba” por decisión paterna para el matrimonio, a veces desde que nacían
se formalizaban las entregas entre los respectivos padres.
Tanto “el cuerpo en sí” como “el cuerpo para sí”, se
encuentran modelados por las mediaciones políticas y culturales. Por ejemplo,
durante el porfiriato se “arreglaban” matrimonios sin que se conocieran
previamente la pareja o, sólo sabía el hombre que deseaba a “X” mujer.
En el cristianismo, se estableció una sola mujer
como esposa, en cambio en el Corán las que
se puedan mantener.
En otras
culturas se compraba a la futura esposa o se le tomaba por la fuerza por parte
del héroe.
En muchas tribus operaba el famoso “dote
matrimonial”, que era una especie de contraprestación al padre de la novia, por
sacarla de su patrimonio utilitario. Era una especie de indemnización al
quebranto de la pérdida de un cuerpo en el patrimonio del jefe de familia,
ejemplo entre los Seris.
En otras sociedades existían mecanismos para
controlar el cuerpo y someterlo a diferentes designios como por ejemplo el morgengabe, es decir, el precio de la
virginidad, el cual se tenía que cubrir al día siguiente de la noche nupcial
como una especie de contrato o contraprestación.
Quizá esto se relacione con lo
que consigna la Biblia de que una vez dictada la orden de Yahvé para que se
asesinara a todo el pueblo Canaita, dejaran vivas sólo a las vírgenes.
Así el cuerpo puede poseer plusvalía de acuerdo al
contexto histórico y de poder.
Entre más se le deshumanice, las mediaciones de
poder se encargan de reconvertirlo en útil consumiblemente. Las emociones
psicóticas buscarán las formas particulares de ser, comportarse, vivir, amar,
comer y morir, haciendo comparsa con el estilo general impuesto como “normal” y
“sano”. Por ejemplo,
¿Cómo pensar que es el propio Estado el que permite
y facilita el envenenamiento social con tanto producto chatarra (principalmente
refrescos y frituras) y, luego “proporcionar” medicinas para la supuesta cura?
La construcción social de los cuerpos y sus
historias de vida son afines a sus previas construcciones de las
subjetividades. Es decir, los previos acondicionamientos se encargarán de hacer
aparecer como normales las decisiones personales, como si fueran decisiones
absolutamente libres.
Las emociones y sensaciones girarán de la mano a la
“libertad” de los cuerpos, a la “democracia de los cuerpos”. La normalización
cegará cualquier posibilidad de crítica integral.
Concretamente los cuerpos anidan las formas morales
que el poder propone como valiosas a su época.
Los cuerpos tienden a disciplinarse y acatan órdenes
en la mesa, alcoba, baño, cama, iglesia, escuela, prostíbulo, plaza, cantina o
bar, etc. sobre todo los cuerpos femeninos como doble objeto de dominio.
El cuerpo es todo un texto, una hoja histórica, un
documento flexible de formas y pausas. En él encontramos las vocales y las
consonantes formando palabras de poder. Hileras de procesos culturales. Es un
“disco duro” bioculturalmente. En él se encuentra grabado lo culturalmente
construido, pero también lo genético y biológicamente heredado, del ejercicio
del poder anterior.
Los acontecimientos ideológicos, políticos,
culturales, económicos, personales, sociales, físicos y emocionales, los
encontramos contenidos en el cuerpo. Se anidan los sentidos y contrasentidos
lógicos y antagónicos a las estructuras de poder.
El poder y la resistencia han desencadenado batallas
y luchas y, lo siguen haciendo en el campo inmediato por excelencia: el cuerpo
humano.
También el lenguaje se le involucra para que realice
su trabajo de tinieblas. Similarmente al topo, al cual no le gusta la luz,
porque lo inhabilita de su naturaleza asignada, así el lenguaje construye un
laberinto obscurecido por la cotidianidad normalizada en el devenir. Por
ejemplo, hemos escuchado decir que aquella mujer se encuentra “marchita”, es
decir, que se arrugó al igual que lo hace una flor o una planta. Es en sí un
galanteo machista con tintes consumistas. En este mismo sentido, los médicos
hablan de que los ovarios se “marchitaron”, o se “atrofiaron” se volvieron
“deficientes”, “disfuncionales” o en su caso, se murieron. De esto se deduce
una cosmovisión o ideología forzada, es decir, se maneja verbalmente como una
patología y, no como algo natural que tiene que suceder a cierta edad.
Aquí se nota claramente de que al cuerpo de la mujer
se le quiera seguir tratando como “mujer joven”, “mujer completa”, es decir,
como “cuerpo joven”. Así, la ciencia, la psicología, la medicina entre otros
discursos más, se empecinan en mantener
un ideal de “mujer dispuesta”, “mujer completa”, de “mujer íntegra”, pero desde
la perspectiva del poder y del consumismo. De tal forma de que la mujer como
objeto de deseo, debe reunir dichos atributos.
Esta ideología dominante contabiliza un dispositivo
complejo, puesto que además del lenguaje es recurrente en objetos lúdicos, como
veremos más adelante.
No cabe la menor duda de que la palabra dirige,
consigna y encarcela.
En la cultura médica se habla de “mutilación”,
“desfiguración”, “asimétrico”, etc., sobre todo cuando se involucra a un pecho
o una pierna. Pero sobre todo al pecho como objeto posible de intervención
estética (mastectomía).
En la cultura lingüística, médica, psicológica,
psiquiátrica, entre más, se encuentra implícito que los pechos y el cuerpo son
para el placer y, su explotación mercantil. Es “un bien consumible”, por lo
mismo se trata de hacerlo imperecedero, de aquí el desplazamiento lingüístico.
El capital lingüístico ideal que rodea a los pechos son: “grandes y redondos”,
“grandes y erguidos” o “firmes y agresivos”. Con esto nos enteramos que la
ideología consignada es que deben ser objeto de deseo antes que nada.
Si acaso fueran contemplados en primer lugar como
“objetos maternales”, para nada servirían las características calificadas con
las que se les ha asignado desde una visión placentera y objetal.
* Víctor M. Estupiñán
Munguía: Pensador por distracción Cósmica, contador de estrellas por insomnio
creativo, pintor de sueños por terapia humanista, especialista en transgredir
las reglas ortográficas de la Real Academia Española, con neurosis cultural
debido a que no puedo crear poemas que lleguen al corazón, víctima de la
libertad, democracia y ecocidio del capitalismo bárbaro, pero con licencia de
la Madre Naturaleza para cortar flores y olerlas.-
Miembro de S.I.P.E.A. (Sociedad Internacional de
Poetas, Escritores y Artistas)- Sonora- “Por la paz del
mundo” victor-79@live.com.mx