Eran cuatro mujeres en un bar con diversas nacionalidades, reunidas ahí, porque el destino así lo quiso o más bien la historia en el guión. “7 flores en el bar”, algunas con nombres distintos de donde se originan. Con algo en común: amaban la actuación, aunque desde puntos y perspectivas diferentes, quizás.
Por ejemplo, se cuenta que la flor Azucena es de origen asiático en la realidad, pero en esta trama procedía de Argentina. Esto con poca importancia, ya que para como interpretaron las actrices Carolina Feliz, Zoila Luna, Judith Rodríguez y Karoline Becker, los personajes, bastaba. En especial, las dos últimas, que pusieron en contacto a la gente con el sonido de sus voces en la sala, después de abrirse el telón.
Becker era Margarita, una joven actriz del porno, que tal y como indicó en su diálogo, “por tener mucho tiempo para leer, sus actuaciones solo eran de unos 8 minutos, disfrutaba comprar libros y aumentar su intelecto”. Aún no lo haya demostrado ante las demás. Conocía filósofos, poetas y escrito res de la historia, esos como Francis Bacon y Oscar Wilde o ‘uil’ para ella.
Azucena, por su parte, tenía una voz penetrante y su acento argentino fue imponente, de tal modo que hizo reír a los presentes que asistieron allí, el pasado viernes y sábado a la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito.
Todas, tenían ciertas semejanzas en amar el drama, la ironía y la comedia. Así que las utilizaban entre ellas mismas.
Violeta, entre los huesos de Zoila Luna, era de Venezuela con un gran atractivo por su exuberante personalidad, aunque sacaba en momentos el espíritu dominicano. Y aquella mujer, Rosa, en la vida real Carolina Feliz, era tan risueña que poco se le podía creer lo que contaba.
En general, las flores con vestidos elegantes de la época, en ese espacio con aire argentino ubicado en Nueva york, “La flor del Gaucho”, tuvieron una gran compenetración. Ellas no podían entender por qué Jacinto (Mario Lebrón), quien era un periodista cubano, no las escuchaba ni las sentía cuando ellas lo intentaban tocar. Hasta que unos demonios visitaron el bar y le explicaron sobre el sonido de las sirenas de las ambulancias que se escuchaban cada cierto tiempo, el humo y el frío que sentían.
Lo que hace relación con la historia real de Kate Claxton en el momento que estaba presentando una obra alrededor de 1886, quien sufrió un incidente por un incendio durante una presentación suya en la ciudad de Nueva York; ahí se mezcla con el desenlace y el elemento, pues ellas se encontraban en ese lugar.
Todos los personajes, incluyendo a los más atrevidos y coléricos, no podían soportar la idea de la gran sorpresa que recibieron. Aquella que se desarrolla casi terminando la puesta en escena.
El barténder, de personalidad muy inquietante, al final de la obra demuestra su nacionalidad y quién resulta ser.
El drama recuerda la frase citada en la tragedia de Hamlet de William Shakespeare: “¡Ser o no ser, es la cuestión!… Morir, dormir, no despertar más nunca, poder decir todo acabó; en un sueño sepultar para siempre los dolores del corazón, los mil y mil quebrantos que heredó nuestra carne”.
Hoy domingo 13 de septiembre, a las 8:30 de la noche, es la última función de “7 flores en el bar” bajo la dirección de Giovanni Cruz.
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LOS PERSONAJES ENTRE GEMIDOS
Las actrices Karoline Becker y Judith Rodríguez, durante una escena de ‘7 flores en el bar’, gimieron de tal forma que hizo reír al público asistente. Azucena, la flor que simbolizaba Judith Rodríguez se burlaba bastante de las demás, con su acento argentino y sus palabras que representaban el país, como ‘boluda y pelotuda’, se subió en la mesa que compartían los personajes principales, para imitar o más bien bromear de cómo posiblemente gemía Margarita durante uno que otro episodio de su actuación, a lo que ella (Becker) le mostró cómo en realidad lo hacía, lo que provocó que la morbosidad pudiera convertirse en comedia por la forma en cómo encarnó el papel.