Fue ayer por la mañana cuando el sol pareció entrar por las ventanas de la confitería. Y era mentira, porque la ciudad estaba nublada, pero La Biela, iluminada. Los vecinos que no llegaron el lunes por la noche, se desayunaron el martes que la clausura, por fin, había sido levantada. Es que fue un fin de semana distinto: ¿la Recoleta sin la Biela?
Plaza Francia sin su confitería para los conocidos del bar o para otros restaurantes, casi imposible.
Por eso, el falso sol se vino por la gramilla, la lluvia metió la gente para adentro y, a la tarde, el salón era un mundo. Después contamos la noche de anteanoche.
Anteayer, el juzgado levantó la clausura impuesta el viernes al caer la tarde por encontrar que el local mezclaba la basura seca con la mojada. Su máximo director, el reconocido Carlos Gutiérrez García, rabiaba, los parroquianos se enojaban y los empleados transpiraban: “¡Minga de propinas!”, diría un tanguero. Pero más vale hablar de lo bueno para todos y espantar esos rumores de cierre de locales que soplan mucho por estos lados y al cual pronto nos referiremos.
Más vale recordar como ayer la coctelera que, a manera de aplauso, se agitaba en las manos de Daniel y el pequeño Ángel sacaba “magias” con alcohol de su vaso mezclador. Más vale recordar a esos solidarios clientes como Luis Rusconi, que siempre vuelve; el Flaco de la Cruz; “los Gemelos”, y el Tite Elizalde o Freddy Coock, ahora algo cansados.
Sólo faltaba la foto de la alegría, pero el imaginero de la Recoleta no estaba: es que hace cuatro años se nos fue el querido Santiago Lavié O’Farrel, si no los hubiera retratado de frente y la fotografía hubiese llevado el epígrafe del querido Federico Manuel Peralta Ramos: “¡Volveremos!”. Si, el gordo que convenció al talentoso Facundo Cabral de que había que ser un poco menos comunista. “No estamos en La Paz [Corrientes y Montevideo]. ¡Che.. esto es Quintana!”.