Agaete
Sociedad
Duele en la distancia cada cuatro de agosto, duele, cuando no se está en el pueblo. Duele en lo más profundo, el ánsia por escuchar el volador de las cinco de la mañana, que es imposible oír, por más que se quiera, en la lejanía.
Duele pensar en el jolgorio festivo que llena las calles en la noche de vigilia, y duele en el alma imaginar esos rayos de sol que iluminan la mañana de Rama.
Por eso, cuando la vida te da la oportunidad de regresar a Agaete cuando llega agosto, la emoción toma por completo el corazón y no se para de llorar en el regreso, porque volver a casa por La Rama, es el recuentro con los amigos, con la familia y sobre todo, es el reencuentro con la memoria festiva que con celo guarda en lo más profundo del alma, cada vecino de la villa.
Luisa Rodas, que desde hace años vive en New York, después de 26 años de ausencia, volvió a gozar de ese amado sonido del volador de las cinco y se embriagó de puro sentimiento al ver bajar la hermosa enramada por La Guayarmina. En cada saludo a los que de alguna manera habían formado parte de la infancia y juventud pasada, afloraba a sus ojos un auténtico río de lágrimas de alegría. Junto a ella, su tía Flora estaba si cabe más contenta, porque al tenerla a su lado, se vive con más intensidad este tiempo de fiesta.
Después de muchos años, Vicente González pudo bailar con sus nietas La Rama, de la que tanto les ha hablado en el hogar familiar en Méjico. Por fin, después de muchos años, se vio cumplido el sueño, y como no podía ser menos, sus ojos se iluminaban de pura felicidad al compartir con los que más quiere, el día de la Enramada.
Con su hijo, Dácil, paseaba por las calles, llenándose del calor festivo con el que hacer frente al frío invierno canadiense que la espera cuando llegue el momento de partir del Agaete querido, esperando ya que el año pase pronto y llegue otra mañana de Rama que compartir con los seres queridos.
Y es que este lunes, cuatro de agosto, muchos volvieron a casa para disfrutar de un nuevo día de Rama. Casi todos cumplieron con el ritual de pasar la noche en vela para bailar la Diana, que este año, según decía Sarina, estuvo genial, como las de antaño.
Adriana, molida por el esfuerzo de subir por la mañana al pinar para confeccionar su rama, hizo un soberano esfuerzo por bailar la Diana, pero el esfuerzo valió la pena.
Bárbara, por primera vez, lo que parece increíble después de tantas amanecidas vividas, pudo llegar al volador de las diez de la mañana en la trasera de la iglesia, ya que el agotamiento de la vigilia festiva, la había tumbado durante años, y ese sonido arrebatador en la mañana del cuatro de agosto, hasta este año, había sido desconocido para sus oídos.
Y sí, fueron muchos los foráneos que se dieron cita en el inicio de la Enramada, pero un año más, se pudo disfrutar también del ambiente familiar, que se respira en esos segundos de espera nerviosa que solo comparten los culetos, para que suene el volador y luego alzar los brazos al cielo, llenando el cuerpo y el alma de auténtico sentimiento.
Y se bailó hacia la Villa Arriba en busca de La Rama, y luego se deshizo el camino expandiendo los olores de los sudores corporales que desata el intenso baile y la noche sin sueño, mezclados con el exquisito aroma del poleo y eucalipto, traídos de Tamadaba.
El baile continuó hasta la Ermita en el puerto, para depositar ante la Virgen de Las Nieves, la promesa anual de verdes ramas.
A las diez de la noche, tocó de nuevo reunirse en la trasera de la iglesia, con los cuerpos agotados y la voz casi perdida, para bailar la Retreta con la que Agaete despide cada año a su día de pasional baile en la calle.
La noche se iluminó con los farolillos, y los papagüevos fueron portados de nuevo sobre los cansados hombros. Y desde la villa Abajo, otra vez se bailó hasta la villa Arriba, y de nuevo, bailando sin parar, se deshizo el camino para culminar delante del frontis de la Iglesia, con el corazón amaguado, porque se acabó la Enramada, y quien sabe, cuando la vida brindará de nuevo la oportunidad de regresar a casa, por el Día de Rama.
Puedes ver una amplia galería fotográfica del Día de Rama en la villa marinera, patrocinada por las siguientes empresas: Bar El Oliver, Herbolario La Raíz, Floristería aZaHaR, Musical Gáldar, Bar El Perola, Hotel Puerto Las Nieves, Restaurante Las Nasas, Restaurante Casa Pepe, Gasolinera BP, Bar Restaurante Casa Lolo, Bar Cafetería Tamadaba , Bar Cafetería La Fábrica, Cafetería Piscolabis El Rinconcito Silau y Clínica Dental Noroeste. Pincha aquí para ver las fotografías.
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