GUADALAJARA, JALISCO (27/AGO/2014).- Henri Donnadieu, empresario y aventurero francés que huía de la policía de su país, llegó a México a finales de los años setenta. En la Zona Rosa de la Ciudad de México fundó El Nueve, un bar gay que se convirtió en el centro de la movida y la contracultura de la capital.
Por El Nueve circularon imágenes, ideas y sonidos de una globalización cultural. Allí tocaba Café Tacvba, La Maldita Vecindad y Las Insólitas Imágenes de Aurora -después conocidos como Los Caifanes- . A El Nueve llegaban personalidades como Carlos Monsiváis, María Félix y jóvenes promesas del arte como los hermanos Cuarón y Gabriel Orozco.
En el libro ”Tengo que Morir Todas las Noches. Una Crónica de los Ochenta, el Underground y la Cultura Gay” (Debate, 2014), Guillermo Osorno recupera la historia de este espacio cultural. Durante un encuentro con los medios de comunicación que se llevó a cabo en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas (MUPAG), el periodista resaltó que su intención era escribir un libro actual y no solamente rescatar estampas nostálgicas de la Ciudad de México en los años ochenta.
El autor explicó que el libro es el retrato de una generación capitalina que en los años ochenta, al tratar de globalizarse, tuvo que enfrentarse al temblor de 1985, a la contaminación, a la aparición del VIH y a los problemas financieros y políticos que aquejaban a México.
Osorno no era el cliente más asiduo, ni el más influyente, ni el más conocido de El Nueve. Contó cuando trabajaba como editor en una revista del Distrito Federal, alguien mencionó al emblemático bar y a Henri Donnadieu. Osorno buscó al francés, quien le compartió algunas anécdotas. Al escucharlo, el reportero se dio cuenta de que la historia de El Nueve era grande, interesante y que tenía un arco narrativo complejo.
En los años ochenta las personas pudieron, por primera vez, hacerse la prueba del VIH. El libro refleja la sensación de desasosiego que existía en ese entonces en la capital mexicana. Algunos pensaban que morirían pronto y sus opciones eran deprimirse o seguir disfrutando. El hipocondriaco Henri Donnadieu, quien creía que estaba contagiado, tenía que “morir todas las noches para renacer al día siguiente”.
Guillermo Osorno tardó 10 años en construir el libro. Al principio escribía por impulsos, pero durante los últimos dos años trabajó arduamente. Quería que la historia se alejara para poder interpretarla, pero cerca para seguir hablando con los protagonistas.
El editor agregó que en Tengo que Morir Todas las Noches sí hay una apuesta literaria que nadie había hecho. “Generalmente los libros de crónicas son una compilación de relatos. Tengo que Morir Todas las Noches es una crónica de 230 páginas que tiene un arco narrativo muy parecido a la novela: tiene un principio, hay personajes, conflictos y luego viene un final. El final es desastroso para los protagonistas, pero es iluminador para el resto de la ciudad”.
La presentación del libro se llevará a cabo el 28 de agosto a las 21:00 horas en la cantina Doña Diabla (Colón 530). El autor estará acompañado por Rogelio Villarreal y Rubén Bonet.
PARA SABER
Guillermo Osorno es editor, escritor y periodista. Estuvo al frente de la revista Gatopardo durante ocho años. Estudió relaciones internacionales en el Colegio de México y luego hizo una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia. Publica dos columnas semanales sobre temas urbanos en los diarios El Universal y máspormás y conduce el programa de radio Crónicas de la Ciudad, producido por Ultra, que se transmite de lunes a viernes por MVS. Como reporte y cronista ha trabajado sobre temas culturales, políticos y legales. Fue compilador de Crónicas de otro planeta (Debate, 2009), colección de trabajos periodísticos publicados originalmente en Gatopardo.
EL INFORMADOR / GONZALO JÁUREGUI