Un bar de Kuala Lumpur (Malasia) ofrece a los vagabundos de la ciudad una sopa y un corte de pelo gratuitos con la convicción de que una buena apariencia refuerza la autoestima y puede abrir muchas puertas. Indera Abha, sin hogar, tiene dificultades para comprar qué llevarse a la boca con lo que gana gracias a la venta de desechos reciclables que recoge en las calles de la capital malasia, pero un corte de pelo nunca está de más. “Me gusta que me corten el pelo”, aseguró la mujer, de 49 años de edad. Tijeras en mano, Azmina Burhan, propietaria de una peluquería de la ciudad, ofrece de manera voluntaria su talento. Burhan se acercó a esta organización caritativa en 2010, pero entonces no hacía más que ayudar a servir la comida gratuita. Pero, tras encontrarse a centenares de sin techo que no podían permitirse el lujo de un corte de pelo, decidió llevar consigo sus tijeras una vez al mes.