Un dictamen de 2011 obligaba a conservar todas las fachadas del …

ESCÁNDALO URBANÍSTICO EN DÉNIA

  • El informe del arquitecto municipal desvelado por el PSOE demuestra que tanto el Ayuntamiento como la promotora sabían desde hace tres años que no se podían demoler las partes protegidas del inmueble
  • En plena Semana Santa, la fachada marítima de la calle Marqués de Campo ofrece un solar repleto de escombros, presidido por una excavadora a apenas unos metros de las terrazas ocupadas por los turistas

La fachada del histórico edificio del Bar Mediterráneo de Dénia, que ahora mismo no es más que un polvoriento montón de escombros y ruinas, no se tenía que haber derruido. Nunca y bajo ningún concepto. Un dictamen del arquitecto municipal de octubre de 2011, que informaba sobre el primer proyecto presentado por la promotora para reconvertir el inmueble en un hotel, obligaba a la empresa a preservar todas las fachadas de la finca original, que databa de 1930. Lo más importante es que para llegar a esa conclusión, el arquitecto se basaba a su vez en un veredicto de 2009 acordado por la comisión mixta de Urbanismo –integrada por el Ayuntamiento de Dénia y por la Conselleria de Patrimonio– que aseveraba que debían pervivir las paredes externas de la casa de reminiscencias medievales que durante más de siete décadas caracterizó la fachada marítima de Marqués de Campo.

El documento, desvelado ayer por el PSOE, tiene gran trascendencia. Demuestra que alguien se ha equivocado. O la mercantil, que cuando en febrero de este año metió la piqueta ya sabía que no tenía potestad para echar abajo las fachadas del inmueble que daban tanto a la calle  Campo como a la de la Estació; o el ayuntamiento, si es que autorizó a la empresa acabar en apenas dos meses con este vestigio del patrimonio arquitectónico de Dénia. De cualquier forma, lo que está claro es que el consistorio no veló porque se cumpliera el dictamen de su propio arquitecto.

Por eso, quien más queda en evidencia es la propia concejala de Disciplina Urbanística, la popular María Mut, quien el pasado jueves señaló que la demolición absoluta del Bar Mediterráneo no era preocupante y que la empresa «repondría» los característicos mosaicos de la finca y respetaría en el futuro hotel su silueta original. Esas afirmaciones contradecían lo que habían dictaminado técnicos municipales y autonómicos. Al día siguiente, la edil del PP reculó y ordenó la paralización de las obras . Pero ya era tarde, muy tarde: del Bar Mediterráneo no quedaba nada.

Y no sólo eso. El propio catálogo de edificios protegidos que en su día aprobó una compañera de gobierno de Mut, la edil de Planificación Urbanística, Pepa Font, consideraba este inmueble como de «protección parcial». Y eso quiere decir que la promotora sí estaba autorizada a conservar, restaurar y rehabilitar el edificio modificando a su antojo el interior, pero no tenía ningún derecho a sustituir elementos protegidos –como en un principio argumentó Mut–, ni tampoco a ampliar el inmueble o agregarle nuevas plantas.

Calla el PP, habla la oposición

Mientras la edil de Disciplina Urbanística guarda un sorprendente silencio sobre los hechos, el portavoz socialista, Vicent Grimalt, advirtió de que el asunto es de «juzgado de guardia» y alertó de que su partido está dispuesto a llegar «hasta las últimas consecuencias» en este asunto. Al respecto, Grimalt desveló que la próxima semana podrá consultar el expediente para verificar la licencia que a finales del año pasado concedió Mut. «O en esa licencia alguien no ha tenido en cuenta los informes anteriores (en referencia al Ayuntamiento) o alguien se ha saltado lo que decía (en alusión a la mercantil)», subrayó Grimalt, quien también llegó a una triste conclusión: «puede que la empresa se arriesgue ahora a sufrir una denuncia, pero ya se ha ahorrado los costes que le hubiera supuesto mantener en pie las fachadas antes de edificar el nuevo hotel».

historico-bar

COMPARATIVA: Arriba, turistas en el Bar Mediterráneo en una imagen sin datar perteneciente a los años sesenta. Abajo, turistas en esta Semana Santa de 2014.  Sobran comentarios.

Todo eso en lo que a la cuestión legal se refiere, que adquiere ya perfiles de escándalo urbanístico. Después está la imagen. En plena Semana Santa y con la ciudad repleta de turistas, un lugar tan significativo como éste, a medio paso entre la calle Campo y el puerto, ofrece un desolador panorama: a unos cuantos metros de donde los visitantes toman aperitivos y platos, aparece un solar cargado de escombros, protegido apenas por una frágil valla y con una excavadora en el epicentro de todos los cascotes.

Grimalt también fue muy crítico al respecto: «¿de qué sirve tanta promoción de la gamba si después se da esta imagen?». El portavoz socialista alertó de que «es muy fácil acceder el solar, con el consiguiente riesgo para los transeúntes» y  exigió al menos «una lona» que cubra tan infortunada parcela.


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