Cuentan los antiguos de la Comisaría provincial, que hace años había un pub en el casco antiguo que estaba marcado por el tráfico de cocaína. Su dueño, José Manuel Barberán, conocido por el nombre de su bar el ‘Rocambole’, había sido detenido en varias ocasiones como traficante al por menor de papelinas. En 2007, cuando debía cumplir condena por uno de esos asuntos, se le perdió la pista. José Manuel pasaba a ser un fugado más de la Justicia; una huida que caía en el cajón.
La Policía confirmaba el arresto del Rocambole, de 57 años, en un bar de la calle Plocia. Se producía el pasado miércoles, aunque los agentes del grupo I de la Udyco-Bahía le seguía los pasos desde hacía semanas. Sabían que José Manuel tenía una debilidad: su madre. Y tras confirmar que iba a visitarla, esperaron a que llegara el momento. Fuentes policiales confirman que si no hubiera sido esta semana, «seguramente habría caído en Navidades».
Este caso llama la atención, sobre todo, por el tiempo que este fugado de la Justicia, sobre el que pesaba una orden de búsqueda, detención e ingreso en prisión, ha podido escapar de las Fuerzas del Orden sin contar con una infraestructura importante.
En el comunicado oficial, la Policía Nacional no aclara dónde se había ido a vivir este gaditano. Sólo que había estado residiendo fuera de la capital, pero que regresaba a Cádiz de forma regular para visitar a su familia. Unos movimientos arriesgados para quien sabe que está buscado por la Justicia.
El Rocambole se paseaba «con cierta impunidad por barrios del casco histórico y por zonas como por el mercado central de abastos», afirma la Policía. Sin embargo, estuvo fugado oficialmente durante siete años; lo que abre la incógnita sobre cómo se ejecutan estas órdenes judiciales.
Las mismas fuentes señalan que fueron los agentes más veteranos de Comisaría, que conocían a esta persona de sus antecedentes en décadas pasadas, los que alertaron a sus compañeros de la Udyco que el Rocambole visitaba regularmente la capital.
En su época, explica la nota de prensa, «fue uno de los históricos en cuanto a la distribución de importantes cantidades de cocaína en la Bahía de Cádiz». Pero a día de hoy ya estaba alejado de ese mundo.
Cuando los agentes fueron a detenerlo en el bar, mostró un DNI de otra persona, «que por supuesto carecía de cualquier tipo de antecedentes, y al que de forma burda había cambiado su fotografía», explica la nota oficial
Tras pasar a disposición del juzgado de guardia, fue enviado a Puerto III.