Cafés pendientes: historias de solidaridad


El café pendiente es una forma de solidaridad cada vez más extendida en nuestro país: un cliente llega a un bar, se toma un café, y paga dos. Si alguien con pocos recursos económicos llega al bar podrá tomarse ese café que el cliente anterior dejó pagado.

La historia de esta nueva forma de ayudar a los demás nació en Italia a principios del siglo XX, donde se generalizó la costumbre de pagar dos cafés por alguien sin problemas económicos para aquel que si los tuviera.

Actualmente, miles de bares de todo el mundo anuncian “cafés pendientes” en su puerta para invitar a la gente a hacer este gesto de solidaridad. En España se pueden pagar cafés pendientes en más de 200 bares.

En Madrid podemos dejar pagado un café, por ejemplo, en el intercambiador de Sol, donde además podemos dejar pendientes bocadillos. El camamero, Carlos San Millán, señala que “Aún tenemos que explicarlo porque pocos lo conocen. Lo que sí tenemos son fijos que vienen a menudo a tomarse su café”.

Gonzalo Sapiña ha sido el promotor de esta iniciativa en España. Leyó en internet sobre los cafés pendientes e hizo una página de facebook para difundirlo que ya cuenta con más de 13.000 seguidores. A partir de este primer paso generó una página web donde quien quiera se puede adherir o colaborar con la iniciativa.

“Es una muy buena manera de ayudar a los que lo necesitan con un acto sencillo. Vamos a tomar un café cada día y lo damos por hecho, pero a veces, supone un gasto que muchos no se puede permitir”, asegura Sapiña.

Sumarse a esta tendencia es tan sencillo como descargar un cartel que identifica a los locales que sirven cafés pendientes y colgarlo en algún sitio visible del establecimiento.

En su web se destaca la importancia de la acción del ciudadano que, aunque no tenga un bar para servir estos cafés, puede colaborar hablando de la iniciativa en los locales de restauración que visite, donando a los locales participantes vasos de usar y tirar, o simplemente comentándolo con sus conocidos para que cada vez más personas se animen a participar.

Algunos locales incluso han ido más allá, como en la cafetería Maremassa de Mataró (Barcelona) donde su dueño ha decidido cobrar los cafés pendientes más baratos. Otros establecimientos ofrecen además comida pendiente.

El café pendiente no es un gesto que pueda arreglar el mundo, pero si es capaz de demostrar que la solidaridad ciudadana está cada vez más presente, especialmente en tiempos de dificultad.

Alba Sánchez Serradilla
Redacción

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