• La promotora derriba completamente el edificio, aunque la edil de Disciplina Urbanística asegura que restaurará las piezas protegidas y que el futuro hotel tendrá la misma fisonomía del antiguo inmueble
• Las previsiones originales contemplaban que sólo se demolerían aquellas partes no preservadas por el ayuntamiento
• La típica silueta medieval llevaba dando identidad al final de la calle Marqués de Campo desde hacía 74 años

Quien arribe ahora a Dénia después de un tiempo prolongado de ausencia y contemple la fachada marítima de la ciudad notará que algo falla. Hasta que caiga en la cuenta de que la silueta de reminiscencias medievales que durante tantas décadas presidió el final de la calle Marqués de Campo ha desaparecido. Completamente. La piqueta ha acabado con la totalidad del Bar Mediterráneo, cuyo edificio había otorgado identidad a esta parte del litoral del municipio durante unos 74 años: hay fotos que atestiguan que las obras estaban a punto de terminarse en marzo de 1930.

Las fotografías repasan la evolución del inmueble: en la superior, una imagen de estos días, con todas la estructura del edificio demolida. En el centro, antes de que se iniciaran las actuales obras, con al finca precintada. Y abajo, semblanza de época, con el bar Mediterráneo en pleno funcionamiento. 

La imagen del solar totalmente vacío y cubierta de escombros ha sorprendido durante estos días a la ciudad. Primero, porque no siempre se contempla una revolución en la escena urbana de semejantes dimensiones. Pero no sólo por eso. Desde que una promotora comenzó a mediados del pasado mes de febrero las obras para construir en la parcela un hotel y un establecimiento hostelero, se daba por hecho que sólo sería una demolición parcial que no afectaría a aquellas partes que se encontraban catalogadas como protegidas. No ha sido así.

Pero, al menos según el Ayuntamiento, lo será: la edil de Urbanismo, la popular María Mut, garantizó que se repondrán las tradicionales baldosas que dieron sabor propio al Mediterráneo. De hecho, el Consistorio obligó a la promotora a que definiera los elementos que tendrá el futuro hotel antes de iniciar la obra. Y en consecuencia, según Mut, lo que se ha hecho es retirar uno a uno y «con todas las garantías de conservación» esos preciados azulejos. Además, la concejala matizó que, toda vez que muchos de estos últimos habían desaparecido, la mercantil del hotel ha procedido a comprar otras con las mismas características históricas, datadas en los años cincuenta del pasado siglo. El mosaico que existía junto a los ventanales será así repuesto.

La edil de Urbanismo agregó que la empresa tiene «muy presente el impacto visual» del futuro edificio que ahora se apresta a construir la promotora, ubicado casi en primera línea frente al puerto de Dénia. Y que por ese motivo el nuevo hotel «respetará la fisonomía redondeada» del anterior inmueble. «El estilo será el mismo», señaló. El establecimiento hotelero contará con tres plantas y un ático donde se ubicará el restaurante.

Por fin, Mut expuso que las obras de demolición se han efectuado “muy poco a poco” para garantizar esa labor de preservación. Y para cumplir de forma exhaustiva con todas las medidas de seguridad. De hecho, la maquinaria pesada no ha entrado hasta hace muy poco en el solar. También se ha procedido a apuntalar el edificio anexo.

De las tertulias a los cascotes

Antes de que comenzaran las obras, habían surgido quejas debido al desprendimiento de cascotes que caían a una calle tan transitada como Marqués de Campo, especialmente desde la plataforma de hormigón que en su día albergó la terraza superior del Mediterráneo. De ahí que en un principio se planificara derribar esta parte, que no estaba catalogada, y preservar la estructura del edificio en la parte anterior del solar.  Además, el mal estado de la finca obligó a precintarla este invierno, algo que también sucedió con otros elementos del deteriorado patrimonio arquitectónico de Dénia, como la antigua lonja de pescadores ya en pleno puerto.

Además de sus peculiares características arquitectónicas, el Bar Mediterráneo tuvo un gran valor sentimental para los dianenses desde su apertura en ese inmueble en la década de los cincuenta: fue un punto neurálgico de tertulias que contemplaron la evolución de la sociedad local desde lo más duro de la posguerra y el franquismo al vértigo de la Transición Democrática.