Chris Evans: "Los fotógrafos no pueden pillarme borracho en un bar"

Viernes, 28 de marzo del 2014



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DISNEY

Dio vida a la Antorcha Humana dos veces -en Los 4 fantásticos (2005) y su continuación-, pero el superhéroe que lo ha convertido en una estrella es otro. Para Chris Evans (Sudbury, Massachusetts, 1981), el capitán Steve Rogers, más conocido como Capitán América, es más que un papel: es casi una segunda piel. Lo ha interpretado en tres ocasiones en un periodo de tres años: primero en Capitán América: el primer Vengador (2011), luego en Los Vengadores (2012) y ahora en Capitán América: el soldado de invierno, que hoy llega a la cartelera. EL PERIÓDICO pudo conversar con Evans en el preestreno de la película en Londres.

-En esta segunda entrega, Steve Rogers es un personaje más complejo, plagado de dilemas morales, y más duro. ¿Cómo le ha sentado a usted el cambio?

-Muy bien. Cuando interpretas a alguien tan noble y tan recto, corres el riesgo de no resultar atractivo para el público, porque la verdad y la justicia pueden llegar a ser algo aburridas. Por eso me parece genial que en esta entrega mi personaje tenga más mala leche. Y sus escenas de acción son mucho mejores esta vez. Siempre pensé que era necesario dejar claro por qué el Capitán América forma parte de los Vengadores, qué es lo que le da derecho a ser miembro del club, porque al fin y al cabo no tiene superpoderes. En esta película queda claro.

-En todo caso, ¿realmente era necesario aumentar de tamaño como lo ha hecho usted?

-Los músculos no son decorativos, porque siempre que puedo intento encargarme yo mismo de rodar mis escenas de acción y no echar mano de especialistas. En primer lugar por respeto a los espectadores, que son inteligentes y se dan cuenta de si hay truco. Y, en segundo lugar, porque quería demostrarles a esos especialistas que no soy solo el tipo que aparece en el último minuto y saca bíceps frente a la cámara, quería demostrar que me dejo la piel. Y fue muy duro. Me pasaba horas y horas cada día levantando pesos tan enormes y a tal ritmo que acababa vomitando. Salía del gimnasio sin poder moverme, y sabiendo que al día siguiente iba a ser igual. Fue terrible.

-Quizá lo más destacable de Capitán América: el soldado de invierno es que, pese a ser un blockbuster, habla de asuntos relevantes de nuestro tiempo.

-Sí, es menos una película de superhéroes al uso que un thriller político en la línea de los que se hacían en los años 70. Retrata un mundo en el que la libertad y la privacidad y las libertades civiles han sido sacrificadas en nombre de la seguridad. Es decir, nuestro mundo. ¿Queremos vivir en ese mundo, en el que nuestro gobierno sabe qué webs consultamos y qué mensajes mandamos? ¿Dónde debería estar el límite? Son preguntas delicadas.

-De momento, ya ha protagonizado usted cinco películas de superhéroes, y como mínimo participará en tres más. Son muchas, ¿no le parece?

-Supongo que es el signo de los tiempos. Buena parte de las películas que se producen hoy día están basadas en cómics. Por lo demás, es una coincidencia que yo haya participado en tantas. Nunca fui un gran lector de tebeos cuando era niño, aunque ahora sí lo soy. Por otra parte, cuando eres niño siempre fantaseas con tener poderes, y ser un superhéroe y patear muchos traseros. Y ahora resulta que tengo 32 años y me gano la vida haciendo precisamente eso. Es increíble.

-Y siendo el Capitán América, se ha convertido en modelo de conducta para mucha gente, especialmente niños. ¿Eso le provoca vértigo?

-Sí. Parte de mí piensa: «Yo no pedí ser un ejemplo de conducta para nadie, solo soy un actor. ¿Por qué tengo que aceptar esa responsabilidad?». Pero así son las cosas. Es consustancial al personaje. A menudo me encuentro con niños y me doy cuenta de que quieren ser como yo, y es muy extraño. No me conocen de nada. Pero el caso es que si cometo algún error, eso les afectará. De modo que los fotógrafos no pueden pillarme saliendo borracho de un bar, no soy libre de hacer el imbécil. Eso lo echo de menos.

-¿Es ese el motivo por el que en su día tuvo muchas dudas antes de decidir dar vida al Capitán América?

-En parte. Inicialmente me ofrecieron un contrato de nueve películas, y eso es mucho tiempo. Pensé: «Tendré 40 años y seguiré haciendo de Capitán América». Y pensé que si las películas tenían mucho éxito mi vida iba a cambiar radicalmente y no sabía si iba a poder lidiar con ello. Quería ser capaz de ir al partido de béisbol, o bajar a hacer la compra, tener una vida normal. Pensé que estaba firmando una condena a cadena perpetua. Luego me di cuenta de que si no aceptaba me arrepentiría, en parte porque redujeron el contrato a seis películas. Y es un alivio. Tengo una vida normal. Nadie me acosa.

-En todo caso, ¿es cierto que tiene pensado dejar de actuar para dedicarse a dirigir?

-Tengo un contrato de seis películas con Marvel y planeo cumplirlo, por supuesto. Participar en esta saga es lo mejor que me ha pasado en la vida. El año pasado dirigí mi primera película [la comedia romántica 1:30 Train, protagonizada por él mismo] y fue una experiencia fantástica. Y mi idea es hacerlo más a menudo, de modo que eso afectará mi actitud frente a la interpretación. Tal vez siga frente a la cámara para cumplir este contrato y luego me quede detrás de ella.

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